Actitud Incorrecta: Capítulo 70

Quería que Pedro la abrazara y la consolara. Su cuerpo clamaba por ello.
-¿Estás diciendo que nuestro padre nos quiere a Delfina y a mí muertas? -parpadeó y las lágrimas cayeron por sus mejillas. El pensamiento resultaba insoportable. Antes de que pudiera recuperarse, Pedro la abrazó y le besó la frente. Se aferró a él sacudida por el dolor. No se podía tomar a la ligera la muerte de un sueño-. ¿Sabes?, tenías razón. Siempre he hecho todo lo que mi padre ha esperado de mí. He intentado todo para complacerlo. Ser el hijo que jamás tuvo.
-Querías que te demostrara que te quería.
-Lamentable, ¿verdad? -desvanecidas estaban todas las esperanzas que tenía para su futuro. La imagen de su madre mirándola con orgullo por sus logros. Todo había desaparecido-. Me siento tan pequeña... -susurró. Las lágrimas cayeron con más rapidez.
-Creo que todos queremos el amor de nuestros padres -le secó las lágrimas-, sin importar la edad que tengamos.
Paula supo que a él también se le había negado lo mismo.
-Mi padre siempre tuvo mi lealtad, incluso al verle su lado negativo. Pero esto... era demasiado para que lo aceptara y excusara. No sabía qué hacer, Pedro. Tenía que encontrar a Delfina, y hasta entonces, no quería pensar en otras cosas. Mi padre ha hecho tantas cosas buenas por la gente, que no quería precipitarme en el juicio ni mostrarle al mundo sus transgresiones personales.
-Porque aún tienes fe en que el mundo es, básicamente, un lugar bueno y justo.
-Algún día superaré mi ingenuidad.
-Espero que no por completo. A pesar de las pruebas actuales en su contra, en el mundo hay mucha gente buena y justa.
-¿Como quién?
-Tomás.  Kramer .Tú.
-¿Yo? -lo miró casi sin aliento-. Creía que no te importaba mucho.
-Me importas, Paula, más de lo que piensas.
Esas palabras sirvieron para que el corazón se le acelerara.
-¿Pedro...?
-Sshhh.
Antes de que supiera lo que estaba pasando, le cubrió la boca con la suya y la besó tal como ella había soñado durante los años de su ausencia. Paula le devolvió el beso con igual pasión... y amor.
Desde luego, siempre lo había amado. Sin esa certeza subconsciente, no habría podido entregarse a él con semejante abandono.
Y en ese momento daba la impresión de que Pedro sentía lo mismo, y de pronto la carga que había estado llevando se hizo más ligera. A pesar de la gravedad de la situación, del hecho de que Delfina siguiera huyendo y ella aún no conociera la causa, su espíritu se elevó y se sintió casi embriagada por el alivio. No tenía sentido... alguien había tratado de matarla aquella mañana y sin duda habría matado a Delfina esa noche... pero de repente se sentía mejor que en muchos días.