lunes, 22 de junio de 2015

Tentaciones Irresistibles: Capítulo 26

—A mí me parece que te estás poniendo en plan sentimental. No te estarás enamorando otra vez de él, ¿verdad?
—¿Qué? Claro que no, estoy embarazada.
—¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?
—Sólo pienso en el bebé, y Pedro no quiere tener hijos.
A Paula le pareció vislumbrar una expresión extraña que relampagueó en los ojos de Federico.
—Nunca se sabe. Como tú misma has dicho, es una persona diferente.
—Aun así, no me interesa. No necesito tener un hombre en mi vida.
—Entonces, ¿por qué estás tan empeñada en que me ate a una mujer?
—Yo he estado comprometida en el pasado, pero tú no.
—Estoy comprometido con mi familia.
Aquello era cierto. Federico también se había comprometido con el béisbol, pero Paula no quiso sacar el tema, porque había visto el dolor en sus ojos cuando daban los partidos por televisión.
—Me resulta muy interesante que Pedro y tú se lleven tan bien últimamente —comentó él—. Y que a ninguno de los dos les interesara tener nada serio mientras estabais divorciados.
Paula se esforzó al máximo por parecer la inocencia personificada.
—¿En serio?, ¿Pedro no ha tenido ninguna relación estable?
—No. Ha salido con varias mujeres, pero nada serio.
—¿Varias?, ¿cuántas, exactamente?
—¿Por qué te importa tanto? —le preguntó él, muy sonriente.
—No me importa, sólo siento curiosidad —más que curiosidad. ¿Qué mujeres?, ¿con quién habría salido Pedro?
—Lo siento, pero no chismorreo sobre mis hermanos, ni siquiera por ti —Federico miró hacia la puerta, y sonrió—. ¡Hola!, ¿qué tal?
Paula se volvió, y vio que Dani se acercaba a ellos.
—Hola. Paula, ¿qué es eso? —le preguntó la hermana de Federico, al sentarse junto a ella.
—Un refresco de cerveza de raíz con helado de vainilla y avellanas.
—¿Entra en la categoría de antojos? —dijo Dani, con una mueca.
—No, sólo es una asquerosidad que se le ha ocurrido —comentó Federico.
—Los hombres no sabéis apreciar este tipo de manjares —contestó Paula.
—Yo tampoco estoy segura de apreciarlos —le dijo Dani—. ¿Cómo estás?
—Bien, engordando día a día —Paula estiró un poco de su jersey, para enseñarle su vientre.
Después de contemplar su barriga abultada, Dani se volvió hacia su hermano.
—¿Me pones una coca-cola light?
—Claro. ¿Quieres comer algo?
—No, gracias. Sólo necesito la cafeína.
—¿Tienes un día movido? —le preguntó él al servirle el refresco.
—Sí. No había ni una mesa libre a la hora de la comida.
Dani no parecía demasiado entusiasmada, pero Paula no podía culparla. Lo único que deseaba la hermana de Federico era tener éxito en el negocio familiar, pero Gloria se lo había impedido. Pedro le había contado que su abuela le había amenazado con revelarle la verdad a su hermana si no la obedecía, y aunque no era asunto suyo, creía que sería mucho mejor que Dani se enterara de la verdadera razón de la animadversión de Gloria.
Contempló con disimulo a su antigua cuñada. Dani era bastante baja, y tenía el pelo castaño claro y los ojos color avellana. Sus facciones eran más delicadas que las de sus hermanos, y completamente femeninas. El parecido era suficiente para que nadie adivinara la verdad, pero también había muchas diferencias, como su colorido más claro o su constitución delicada.
Dani llevaba el pelo corto y a la moda, y sus pantalones hechos a medida y su chaqueta le quedaban a la perfección. A su lado, Paula se sintió como una giganta desgarbada.
Dani tomó un trago de su refresco, y miró a Federico con una sonrisa.
—Voy a empezar a hablar de un tema de chicas que seguramente te va a poner muy incómodo.
Federico se apresuró a retroceder un paso.
—Gracias por el aviso. Que os lo paséis bien —dijo, antes de irse a toda prisa al otro extremo del bar.
—Los hombres son tan predecibles… es algo que me gusta de ellos —comentó Dani.
—Sí, la verdad es que ayuda. ¿Qué pasa?
—Quería hablar contigo sobre la fecundación in vitro a la que te sometiste. Ahora mismo no, pero ¿te importaría que habláramos de ello un día de éstos?
—Claro que no, puedes preguntarme todo lo que quieras. ¿Te estás planteando hacerlo tú también? —le preguntó con cautela, sin saber si estaba pisando terreno delicado.
—Sí. Hay ciertas cosas que Martín no puede hacer debido a su incapacidad, y ésa es una de ellas —Dani frunció la nariz, y añadió—: Hacemos otras cosas que supongo que no quieres saber.
—Preferiría emborracharme antes, y en este momento no puedo beber alcohol —le contestó Paula, con una sonrisa.
Dani se echó a reír.
—Te entiendo. En fin, es algo que nos hemos planteado de cara al futuro, así que si no te importa contarme cómo fue el proceso de la fecundación in vitro, te lo agradecería mucho.
—Claro. Te daré también el nombre de mi doctora, es fantástica. Es una persona muy cercana, que entiende el miedo que puede generar todo el proceso.
—Es bastante caro, ¿verdad?
—Mucho. Lo que tuve que pagar creó un agujero considerable en lo que tenía ahorrado para abrir mi propio restaurante, pero quería tener un hijo antes de que mis óvulos se convirtieran en uvas pasas.
—Bien hecho.
Paula pescó otra avellana, y comentó:
—A ti aún te quedan varios años antes de empezar a preocuparte por lo de las uvas pasas.
—No tantos —Dani recorrió su vaso con los dedos, y empezó a decir—: ¿Por qué no…? —miró por encima del hombro, como si quisiera asegurarse de que Federico  seguía en el otro extremo del bar, y bajó la voz—. ¿Por qué elegiste ese método? Te habría salido más barato elegir a algún tipo y acostarte con él.
—Eso mismo me preguntó mi madre —admitió Paula, recordando la reticencia de sus padres cuando les había contado lo que quería hacer—. Pero así podía tener más información sobre la familia del padre, conocer sus características, ese tipo de cosas. Además, la verdad es que no quería tener problemas, arriesgarme a que el padre del niño pudiera reclamar la paternidad.
—Podrías haberle exigido que renunciara al niño por escrito —comentó Dani.
—Sí, pero siempre existiría la posibilidad de que cambiara de idea. ¿Qué pasaría si apareciera al cabo de diez años para pedir derecho de visitas? No sabía si sería posible que un juez se lo concediera, y no quise arriesgarme.
—Podrías habérselo pedido a Federico, él no te habría exigido nada.
—¿Acostarme con el hermano de mi ex marido? No, gracias. Eso sería más que desagradable.
—¿Es que para ti sólo es el hermano de tu ex?
—Sólo cuando alguien menciona la posibilidad de que él y yo nos acostemos juntos, y creo que él opina lo mismo.
Dani se echó a reír.
—Vale, tienes razón. Martín y yo hablamos de esperar un par de años para organizar nuestras vidas antes de formar una familia, y ahora a él le va muy bien en la universidad, y yo… —Dani suspiró, y siguió diciendo—: en fin, creo que éste sería un buen momento. A lo mejor tener un hijo me distraería de otras cosas.
Paula posó una mano en su brazo, y le dijo con suavidad:
—¿Te refieres a estar embarrancada en la hamburguesería?
—Sí. Gloria ha conseguido que se vaya el tercer presidente en quince meses. Yo estoy dispuesta a soportarla, pero ¿crees que me pide que lo intente?, ¿que me da una oportunidad? No estoy diciendo que tenga que dirigir la compañía, pero tiene que haber otra manera que me permita aportar mi contribución.
—Como dirigir el Waterfront, ¿no? —comentó  Paula en tono comprensivo.
—No es que quiera quitarle el puesto a Pedro, pero sí, yo podría haberme encargado del restaurante.
—Sólo va a estar allí durante cuatro meses, ¿por qué no empiezas una campaña de presión para conseguir sustituirlo cuando él se vaya?
Dani la miró con expresión de sorpresa.

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