lunes, 15 de junio de 2015

Actitud Incorrecta: Capítulo 74

No era la primera vez que Manuel le echaba una mano últimamente... a petición de Lucía, le había entregado a Pedro las llaves del edificio vacío propiedad de su empresa, Cornerstone Realty, el lugar al que había llevado a Paula la primera noche. A pesar de que la había amenazado con las calles, había hecho trampa para mantenerla a salvo.
Después de subirse a la moto, puso rumbo a Humboldt House.
Apenas cinco minutos más tarde, aminoró la velocidad y aparcó delante de un edificio de piedra gris que en el pasado había sido hogar de algún industrial rico. Por fortuna, aún brillaban luces en las ventanas y. la mujer que respondió a la llamada era alguien a quien conocía.
-Pedro, ¿qué diablos haces aquí tan tarde? ¡Es más de medianoche!
-Tengo una situación grave, Marlene. Una chica que se encuentra en verdadero peligro.
-¿Dónde? -miró hacia la calle.
-Con algo de suerte, aquí -lo había sospechado la noche anterior, cuando Paula encontró el número de teléfono en el cobertizo-. Una rubia bonita que atiende por el nombre de Pepi.
Marlene asintió y le dejó paso.
-Entra. Sabes que depende de ella que quiera o no hablar contigo.
-Dile que es un asunto de vida o muerte.
Marlene se mostró atónita, pero no tardó en recuperarse.
-De... acuerdo. Enseguida vuelvo.
Subió las escaleras a toda velocidad y Pedro esperó yendo de un lado a otro de la sala de estar, vacía a esas horas. Sólo había encendida una lámpara, que sumía la habitación en sombras profundas.
Sabía que se hallaba en una situación comprometida... ya que a menos que Delfina  aceptara hablar con Paula, tenía las manos atadas por el código vital por el que se regía.
Marlene no tardó en regresar, señaló las escaleras y se marchó a la parte de atrás del edificio. Delfina- estaba allí, mirándolo.
-Necesito hablar contigo -bajó todos los escalones, pero se la veía reacia y un poco desconfiada. Con la mirada recorrió todos los rincones-. Estoy solo -le aseguró.
-¿Por qué estabas con Paula antes?
De modo que lo había visto.
-Es una larga historia -una que Paula podría contarle si lo deseaba-. El quid de la cuestión es que quería que la ayudara a encontrarte.
-Y no la has traído hasta aquí.
-Eso iría contra las reglas. Lo sabes. Ahora depende de ti, Delfina.
-¿Qué depende de mí?
-Entregarte  a Paula.
-No puedo -movió la cabeza.
-¿Por qué no? -cuando se negó a responder ,añadió-: a Paula la mata la preocupación. No parará hasta encontrarte .A menos que te suceda algo primero. Como esta noche...
Le dejaba una puerta abierta para que se confesara, para que le contara algo, cualquier cosa. Pensó en revelarle que el canalla que había querido llevársela había intentado matar después a su hermana, pero no lo consideró una buena idea en ese momento. Quizá eso terminara de asustar a Delfina.
-Un hombre tratando de arrastrarme no me hará cambiar de parecer.
-¿Un hombre? -volvió a esperar, pero Delfina era tan testaruda como su hermana mayor-. De modo que no corres peligro, ¿verdad? ¿Y tampoco Paula?...

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