jueves, 11 de junio de 2015

Actitud Incorrecta: Capítulo 51

Al darse cuenta de que Pedro movía una mano delante de su cara, regresó al presente con un sobresalto.
-Oh, lo siento. Pensaba -como no quería hablar del asunto hasta no tenerlo por completo perfilado, continuó-: ¿Y qué más te hace feliz?
Por las facciones de él se asomó una expresión extraña.
-Acepto las cosas día a día e intento encontrar algo, aunque sea una cosa pequeña, para apreciar. -¿Como qué? -algo le decía que una de esas cosas era estar con ella.
-Haber estado sentados en el parque antes.
Reír contigo.
¿Habrían cambiado las cosas en la mente de Pedro? Estaba segura de que no había querido ayudarla, que sólo había aceptado para saldar una vieja cuenta.
-Cosas sencillas -murmuró ella.
-Soy un hombre sencillo.
-Mentiroso -posiblemente, era el hombre más complejo que jamás había conocido... y también el más honesto-. Por el simple hecho de que no quieras ganar dinero...
-¡Ah, ahí está! -se adelantó, de forma que la vela de la mesa le distorsionó el rostro con luces y sombras.
-¿Qué?
-El dios del dinero. No puedo olvidar lo importante que es para ti una buena cuenta corriente.
-¿Quién lo dice?
-¿No fue mi pobreza y mi existencia de clase baja el motivo por el que rompiste conmigo?
-No exactamente.
-Entonces, ¿por qué fue?
Tentada de contarle la verdad, no podía darle la motivación de ir en contra de su padre, no en ese momento .Y menos con las elecciones próximas. Porque sabía que era capaz de todo.
-Se supone que estamos hablando de ti, no del pasado -le recordó, tratando de desviar la conversación a un tema seguro.
-El pasado es sobre mí.
-Preferiría echar un vistazo en tu futuro.
-Nunca voy a ser rico -predijo.
Otra vez el dinero. Era evidente que lo obsesionaba.
-¿Y qué me dices de tener un lugar al que llames hogar? -preguntó-. ¿Está en tu futuro?
-No en el inmediato. No tengo prisa por agobiarme con un apartamento y todo lo que conlleva ser propietario.
-Podrías alquilar uno y compartirlo -sugirió.
-Por si lo has olvidado, no juego bien con los demás.
-Juegas muy bien cuando quieres -murmuró, recordando una vez más cosas que más valía olvidar.
Cómo la había cautivado.
Cómo la había seducido. Cómo le había roto el corazón...

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