sábado, 13 de junio de 2015

Actitud Incorrecta: Capítulo 65

-No te forcé a hacer nada que no quisieras, ¿verdad?
-No, claro que no, pero tú tenías dieciocho años, eras un adulto legal, y yo sólo tenía dieciséis. Agresión sexual con agravantes, Pedro. Mi padre habría dicho que me habías forzado y se habría encargado de que te castigaran.
-De todos modos, mi vida estaba arruinada - comentó él-. A mi último «tío» le gustaba golpear a la gente. Un día me interpuse entre mi madre y él y me utilizó como saco de entrenamiento, tras lo cual mi madre me dijo que me marchara. Dijo que era lo suficientemente mayor como para arreglarme por mi cuenta, que ya no podía ocuparse de mí, que necesitaba cuidar de sí misma Y yo fui a buscarte para contarte lo que había sucedido y que te llamaría en cuanto encontrara un sitio donde quedarme.
El horror verdadero de aquella noche tan lejana le produjo un escalofrío.
-Oh, no, y yo te dije todas esas cosas horribles.
-Habría sido mejor estar en una celda que haber pasado por el infierno de creer que nunca te había importado. Paula, ¿por qué no me contaste la verdad?
-¿Habrías aceptado la ruptura?
Negó con la cabeza.
-Te amaba más que a mi vida.
-Eso era lo que temía, porque era lo mismo que yo sentía por tí. No podía dejar que fueras a la cárcel, Pedro, de modo que hice lo que tenía que hacer. Te eché de mi lado del único modo que sabía.
-Qué irónico -rió-. De todos modos me habría ido, ya que mi madre no me ofreció otra alternativa. Y aunque hubiera terminado en la cárcel, al menos habría albergado esperanzas en mi corazón. Algo... alguien... tú .. . junto a quien volver.
-Pedro, por favor, entiende...
-¿Entender qué? -exigió-. ¿Que te convenciste de que tenías que hacerlo? Sé sincera, Paula.Por una vez en tu vida, sé realmente sincera. Tu padre jamás habría convertido el asunto en un caso federal. No habría querido quedar mal ante sus votantes. Y sus ambiciones políticas iban más lejos de la posición que ocupaba en ese entonces. No las habría comprometido. Lanzó un farol y tú caíste. Una parte de ti anhelaba tanto la aprobación y el cariño de tu padre que habrías hecho cualquier cosa que él hubiera querido, incluido dejarme a mí.
-¡No es verdad! -exclamó.
-¿No? -se alejó y cambió de tono-.Aquí hay hierba, es blanda y está razonablemente limpia - se sentó en la pendiente y palmeó la zona a su lado-.Ven. Podrás tumbarte y tratar de dormir un poco.
-No suelo dormir siestas -lo informó. ¿Tendría razón? Había usado la amenaza de su padre como una excusa?
-Haz de ésta una excepción.
-Me levantaré irritada y trataré de hacerte la vida imposible.
-¿Y en qué sería diferente? -comentó con ironía.
Apenas pudo esbozar una sonrisa. Había demasiadas cosas por las que estar triste.
O encontraban a Delfina esa noche o recurriría a las autoridades. Pedro tenía razón en eso. Sea como fuere, sin duda iba a ser la última vez que estarían juntos a solas.
Sentía como si un agujero enorme se abriera en su centro. La cavidad en su interior, que había empezado a cerrarse al estar con Pedro, comenzaba a ensancharse una vez más.
Lo miró, tumbado boca arriba. No podía ser. Todavía lo amaba... siempre lo había amado. ¿Cómo iba a continuar adelante otra vez sin él?
Se tendió a su lado, le pasó la mano por el estómago plano y por los vaqueros. Pedro tuvo una erección instantánea, y Paula siguió provocándolo hasta que él la tomó por la muñeca y la detuvo.
-No -susurró.
Se acercó a él. Su cuerpo comenzaba a cobrar vida. Era la última oportunidad que tenían de estar solos y no pensaba pasarla por alto.
-¿Qué, entonces? -murmuró ella, llevándole la mano a un pecho.
Durante un momento fugaz, los dedos se cerraron sobre la piel suave. El dedo pulgar encontró la punta sensible y la rodeó hasta que también se puso dura.
-No -gimió, como si sufriera, y apartó la mano.
Encendida ya por el deseo de Pedro, no creyó que él no la deseara con igual intensidad. Rodó y se sentó a horcajadas sobre sus muslos, donde se quitó la camiseta húmeda y se soltó el sujetador.
-Paula, no lo hagas.
-No quieres que pare.
Se liberó los pechos y se inclinó, rozándole el torso con ellos Ya tenía duros los pezones. La erección de Pedro se acomodó contra su trasero y Paula la tomó con la boca, para jugar con la lengua alrededor del capullo contraído. Ella gimió de placer...

1 comentario:

  1. Muy buenos capítulos! Por fin sabemos que pasó esa vez un HDP el papá de Paula

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