miércoles, 24 de junio de 2015

Tentaciones Irresistibles: Capítulo 36

Paula  agarró un tenedor, tomó un bocado de salmón y dejó que la mezcla de sabores se le deshiciera en la boca.
—Caramba, qué buena soy —murmuró. Después de contemplar los vinos durante unos segundos, agarró primero el vaso de en medio y tomó un sorbo—. Le falta sabor.
El primer vino combinaba bien con el salmón. Tomó otro trago, probó el tercer vaso, y después apuntó sus iniciales en la etiqueta de la primera botella.
Zaira fue la siguiente. Le gustaron tanto la primera como la tercera, y Jaime coincidió con ella.
—Entonces, yo rompo el empate —dijo Paula. Le dio la primera botella a su amiga, y le dijo—: llévasela a Randy, pero no le hagas daño hasta que acabe la noche. ¿Está claro?
—Bueno, vale —refunfuñó ella.
En menos de cinco minutos, la cocina recuperó la normalidad, y Paula dejó las dos botellas abiertas de vino para que su personal pudiera disfrutarlas. A Pedro le estaría bien empleado perder el dinero, porque no debería haber dejado a un asistente con tan poca experiencia a cargo de algo tan importante.
Además, ¿dónde demonios se había metido?
Pedro no apareció, pero poco después de las nueve llegó una visita inesperada a la cocina. Paula levantó la mirada y vio entrar a Gloria, muy bien vestida y aparentemente muy contenta, algo que nunca auguraba nada bueno.
—Paula, he querido pasar a felicitarte por lo fantástico que estaba todo esta noche. He venido con unos amigos, y se han quedado muy impresionados.
—Gracias, el especial funciona muy bien.
—Sí, ya me he dado cuenta. Me ha parecido un poco caro, pero Pedro y tú toman las decisiones.
Paula  se obligó a seguir sonriendo. Había sentido por primera vez que su bebé se movía, y la vieja bruja no podía decir nada que le estropeara el día.
—Hablando de Pedro… no sé si has notado que no está aquí —añadió Gloria.
—Sí, ya me he dado cuenta. ¿Quieres que le dé un mensaje de tu parte?
—No, gracias. Sé dónde está.
Paula podía reconocer un problema potencial a la legua.
—Bien, entonces le diré que has venido esta noche.
—Como quieras, querida, pero tú eres la razón de que haya venido. Pensé que te gustaría saber dónde está.
Paula había sentido cierta curiosidad, pero al ver que Gloria estaba dispuesta a contárselo, se sintió un poco mareada.
—Estoy muy ocupada, quizás en otra ocasión.
—Esto sólo me llevará un momento —le dijo Gloria. Se sacó del bolso un papel, y lo alisó sobre el mostrador de acero inoxidable—. Es un folleto de una obra de teatro del instituto, están representando un musical… El rey y yo. Mira a la chica que interpreta a Anna, ¿verdad que es guapa? Se llama Camila, y tiene diecisiete años. ¿Sabes algo de ella?
Sin habla, Paula fue incapaz de hacer otra cosa que contemplar la foto. Aquella adolescente tenía algo… un aire que le resultaba familiar.
—Es la hija de Pedro —siguió diciendo Gloria—. ¿Es que no te había mencionado su existencia? Pensaba que sí, porque habían estado casados. Mmm… a lo mejor no te lo contó. Es una chica muy guapa, y tiene muy buena voz. Realmente preciosa. Hace unos años estuvo muy enferma, creo que tuvo cáncer o algo así, pero ahora ya está completamente recuperada. En otoño irá a la universidad, y Pedro la adora. Nunca se ha perdido ni una sola de sus funciones del colegio. Fue muy duro para él tener que renunciar a ella, pero él mismo no era más que un adolescente, así que no tuvo otra opción. Aun así, ha sido un padre fantástico y muy cariñoso. Siempre quiso tener hijos, sólo que no contigo. No, contigo no.

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