martes, 16 de junio de 2015

Actitud Incorrecta: Capítulo 77

-¡No! -salió de los brazos de Paula-. No lo entiendes.
-¿Qué es lo que no entiendo, Pepi? Estoy al corriente de la existencia de Patricia Lavander.
-Y nuestro hermano... ¿también conoces su existencia?
-¿Hermano? -se quedó sin aliento. ¿Tenía un hermano?
-Hermanastro, ¡y ha resultado ser un verdadero canalla! Es él quien intentó secuéstrame anoche.
Incapaz de conectar con la información nueva, Paula sintió que perdía el control de su mente.
-No podemos hablar aquí -miró alrededor. ¿Dónde diablos había un taxi cuando se los necesitaba?-. ¡Hemos de ir a un sitio seguro!
Tomó la mano de su hermana y empezó a llevarla por Damen hacia la estación del cercanías. Quizá pudieran escabullirse por debajo de los torniquetes metálicos y subir a un vagón.
-No voy a ir a casa.
-Perfecto. Lo he entendido.
La mente le daba vueltas por la revelación de Delfina.
-¿Y por qué no podemos ir a la casa de Pedro?
-¿De Pedro? -claro, Delfina sabía dónde encontrarlo... parecía que lo mismo les sucedía a todos los chicos-. No es una opción.
-No... no lo entiendo: ¿No es de ahí de donde vienes ahora? Cuando trató de convencerme de que fuera a verte, dijo que estabas allí.
Paula  se detuvo.
-¿Qué? ¿Es lo que hizo Pedro esta noche?
-No podía llevarte a verme, porque eso habría ido contra las reglas de la casa. Y nadie habría vuelto a confiar en él nunca. Pero fue a verme para decirme que estabas asustada por mí y que me necesitabas.
-Oh, cariño, tú sabes que te necesito-.
La abrazó y sintió a su hermana temblar. Pensó que debía de haber pasado por un infierno.
-Yo también te necesito, Pau.
-Qué conmovedor.
La voz familiar atravesó a Paula con un frío gélido; giró en el acto y se situó entre Delfina y el hombre al que había considerado su amigo, su camarada, el hermano que nunca había tenido.
Tratando de formular un plan de escape, se concentró mientras lo miraba. No era él mismo. Tenía el pelo revuelto, los ojos muy grandes, y no daba la impresión de estar demasiado equilibrado.
-¿Qué haces aquí, Hernán? -preguntó con calma.
-Me parecía que ya era hora de una reunión familiar -rió con tono amargado.
-Realmente; no tenemos tiempo -con sutileza, fue empujando a su hermana hacia la estación-. Delfina  necesita descansar.
-Insisto en que saques tiempo, Paula.
Con esas palabras, Hernán Paz sacó un arma.

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