martes, 9 de junio de 2015

Actitud Incorrecta: Capítulo 44

Cuando a media tarde pararon en el Andy's Cybercafé para descansar y relajarse un poco, Paula se refugió en los aseos, que le ofrecían una multitud de placeres.
Se tomaría un muy necesitado descanso de la tensión renovada entre ellos. Se refrescaría, se quitaría parte del sudor y del polvo de la ciudad. Lo que realmente necesitaba era una buena ducha... como si él fuera a dejarla ir a alguna parte a darse una .Y mientras estuviera en los aseos, llamaría a su padre y le exigiría una respuesta a la gran pregunta que había despertado en su mente el mensaje de Delfina.
Sacó el móvil y marcó el número del despacho del senador, mientras repasaba el modo en que pensaba enfocar el tema. Cuando lo deseaba, su padre podía ser una muro impenetrable.
-Aquí Nuñez.
-Eh, Felipe, soy Paula. Necesito hablar con mi padre.
-Lo siento, Paula, el senador tenía una cita fuera del despacho. No dijo cuándo volvería.
Paula sabía que el ayudante de Pablo Suarez no pertenecía al círculo próximo, y le pareció extraño que estuviera solo en el despacho de su padre.
-¿Es por algo de Delfina? -preguntó Felipe.
-Más o menos.
-Entonces, ¿no la has encontrado? -el tono alegre se apagó al formular esa pregunta.
-Aún no, pero tengo algunas esperanzas para esta noche. Eso quería contarle a mi padre -al menos una parte-. Quizá puedas transmitirle un mensaje.
-Claro. Tengo un bloc y ya estoy escribiendo. Es posible que encuentres a Delfina más tarde...
-Quizá. La otra noche la vieron en un lugar llamado Club Undercover. El personal estará atento y el dueño me llamará si alguien la ve.
-Tal vez haya suerte -murmuró Felipe-. Esperemos.
-Sí -convino Paula-. Esperemos.
Encontrar a Delfina no sería más que el comienzo de la batalla. Luego tendría que superar las objeciones de su hermana, fueran las que fueren, y convencerla de que volviera a casa. O al menos a un sitio donde pudiera mantenerla a salvo.
-Felipe, ¿quieres añadir algo al mensaje? Pídele a mi padre que me llame. Dile que es importante, que hay algo que Delfina  me ha dicho que necesito que me explique -silencio en el otro extremo-. ¿Danny?
-Sí, sí, estoy aquí. Escribía -repuso-. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?
-No. Gracias de todos modos, pero es mi padre quien tiene que hablar. Sólo faltaba saber si lo haría...
Pedro terminó de comprobar su correo electrónico y desconectó. Por suerte, los mensajes sólo habían sido personales, nada profesional que tuviera que abordar inmediatamente. Se sintió aliviado de que Paula aún no hubiera salido de los aseos y lo viera ante el ordenador. Con todas las reglas que le había impuesto, seguro que lo acusaba de tramposo.
En ese momento vio que Andy rodeaba el mostrador con una taza de café en cada mano.
-Para ti y tu chica -las dejó sobre la mesa.
-Te he dicho...
-Sé lo que me has dicho -se sentó frente a él-. Pero confío más en mis ojos que en palabras vacías.
-Y tú tienes una gran imaginación.
-¿Sí? Parecía cansada cuando entraron Y tú bastante satisfecho contigo mismo. Me da la impresión de que haces mucho por ella. ¿Y todo porque no te importa?

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