martes, 16 de junio de 2015

Actitud Incorrecta: Capítulo 81

Incluso así, si le mostraba una señal de afecto o de pesar quizá se ablandara e hiciera lo que pudiera antes de abandonar para siempre ese lugar. Lo observó a medida que su expresión se volvía tormentosa. Desde luego, nunca había fallado en una cosa... decepcionarla.
El rostro del senador se puso rojo y los ojos se le desencajaron.
-¡No puedes hacerme esto!
-Yo no he sido, senador. Me temo que te lo has hecho tú mismo.
Con esas palabras, se dirigió a la puerta del estudio, con la intención de abandonar la carrera política del senador Miguel Chaves, y su vida, para siempre. Cuando tenía la mano en el pomo, éste le preguntó:
-Estás orgullosa de ti, ¿verdad?
Paula se volvió para echarle un último vistazo al padre que jamás había tenido. -
-Sí .Al fin lo estoy.
Bam, bam, bam...
Pedro  se obligó a emerger de las profundidades del sueño y miró el despertador. Las seis de la mañana. ¿Quién diablos podía estar llamando a su puerta a esas horas?
Bam, bam, bam...
-Ya voy -gritó al salir de la cama.
Al darse cuenta de que estaba desnudo, recogió los vaqueros del suelo y se los puso mientras caminaba. La cabeza le martilleaba gracias a la media botella de vodka que se había bebido para poder dormir. Se subió la cremallera mientras abría la puerta.
Y la mirada de Paula Chaves se posó en ese mismo sitio.
-Pedro, no te vistas por mí -enarcó una ceja perfecta.
Ella estaba vestida, peinada y maquillada como si se encontrara dispuesta a situarse ante las cámaras.
-¿Qué puedo hacer por ti en esta ocasión, Paula? -gruñó, dejando la cremallera a medio subir en gesto de desafío.
-Puedes invitarme a pasar.
Pedro  retrocedió y ella pasó a su lado con dolorosa lentitud, como si quisiera cerciorarse de que iba a captar su fragancia. Bajó la vista al escote de la blusa y se le resecó la boca.
-¿De qué se trata, Paula? -preguntó, agarrando el pomo de la puerta con suficiente fuerza como para arrancarlo.
Ella se volvió y ladeó la cabeza.
-Quiero darte las gracias, Pedro-respondió con dulzura.
El día anterior lo había dejado sin ninguna explicación y mostrándose muy seca, pero en ese momento irradiaba encanto.
-¿Delfina se encuentra bien?
-Lo estará. Se halla en un hotel. La acompaña mi madre, temporalmente -añadió-. Ésta tiene que preocuparse de su propia vida.
Como si eso pudiera ser más importante que sus hijas, pensó Pedro. Pero ya nada podía sorprenderlo.
-Tengo la intención de iniciar una vida para Delfina y para mí -continuó Paula-. Nuestro apartamento será un comienzo. Luego, en el otoño, se irá a la universidad.

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