lunes, 22 de junio de 2015

Tentaciones Irresistibles: Capítulo 30

—¿Qué pasa?, ¿tienes algo que decirme? —le preguntó.
Pedro le dió la bolsa que llevaba en la mano, y cuando Paula echó una ojeada, el estómago empezó a hacerle ruido.
—Me has traído cilantro.
—Sí, me has dicho que lo necesitabas —Pedro dejó el transportan en el suelo, y lo abrió—. Esto es para el otro problema —comentó, mientras salía un enorme gato blanco y negro.
—¡Un gato! —exclamó Jaime.
Su segundo chef parecía tan horrorizado, que Paula pensó que iba a subirse de un salto al mostrador.
—¡No!, ¡imposible! Sueltan mucho pelo, lo dejaría todo perdido.
—Es verdad. No quiero gatos en mi cocina, no es higiénico —dijo Paula—. No voy a enumerarte todas las normas que estaríamos incumpliendo.
—Es mejor tener un gato que un montón de ratas —comentó Pedro—. No es un animal casero, sino un cazador. ¿A que no adivinas cuál es su comida preferida?
Paula contempló a aquella criatura con suspicacia, antes de decir:
—¿Cuánto pesa?
—Más de diez kilos. La mujer de la perrera me ha dicho que es un animal limpio y amistoso, y que le encanta cazar. Es muy grande, así que no va a tener ningún problema con las ratas.
El gato recorrió la cocina con la mirada antes de acercarse a Paula, y empezó a restregarse contra su pierna ronroneando. Ella se agachó, y empezó a acariciarlo.
—Hola, gatito —miró a Pedro, y le preguntó—: ¿tiene nombre?
—Ni idea.
—Espero que se coma lo que cace, o alimentarlo nos va a costar una fortuna —comentó ella, al sentir los músculos del lomo del animal.
Jaime siguió mirándolo como si pensara que el gato iba a atacarle de un momento a otro; de repente, el animal levantó las orejas, salió corriendo hacia la pared abierta y se metió por el agujero.
—Rápido, hay que sellar la pared mientras aún podamos —dijo Jaime.
—Ni hablar, el gato se queda. Este edificio es bastante viejo, y ha habido tantas remodelaciones, que seguro que hay un montón de recovecos a los que no puede llegar un exterminador. Es una buena idea tener un gato —al menos, eso esperaba ella.
En ese momento oyeron que llegaba un vehículo, y Paula supuso que se trataba del segundo camión con las verduras.
—Seguro que todo es un asco —murmuró, mientras salía a la calle—. Lo bueno de verdad se ha quedado en el accidente.
—¿No puedes escoger lo que te parezca pasable? —le preguntó Pedro.
—No me queda más remedio —dijo ella.
—Yo te ayudaré —al ver que ella le miraba sorprendida, Pedro añadió—: Sé el aspecto que tiene una lechuga decente. A lo mejor no soy un chef, pero tampoco soy *******.
—De  acuerdo —Paula se sintió aliviada al ver que él iba a ignorar lo que había oído antes, quizás incluso…
—Así que no tienes vida sexual, ¿eh? —comentó él, con una enorme sonrisa—. Qué palo.
Paula se levantó de una silla y empezó a cortar el cilantro. Había empezado a dolerle la espalda por el embarazo, pero estaba decidida a aguantar la incomodidad. Apoyó el pie izquierdo en un pequeño taburete para intentar aliviar la tensión, y al sentir cierto alivio, siguió cortando mientras se le ocurrían unas cuarenta y siete maneras de utilizar el cilantro en varios platos. Si…
—¡Paula!
Dio un respingo al oír que Pedro la llamaba. Ya había pasado casi una semana desde que Jaime había anunciado a bombo y platillo que ella no tenía vida sexual, y aún se sentía un poco incómoda. Pedro se había portado como un perfecto caballero, así que no tenía ninguna queja en ese sentido, pero aun así, era un poco embarazoso.
—Por aquí estamos bien —dijo, al levantar la mirada—. Todos los pedidos están fuera, así que no me digas que ha llegado un grupo de doce por sorpresa.
—No, todas las reservas están listas, hemos acabado por hoy.
—Bien.
Pedro se acercó hacia ella, vestido con unos pantalones y un jersey que le favorecían y enfatizaban su gran atractivo; aunque Gloria era una zorra lunática, lo cierto era que sus nietos tenían muy buenos genes. Le flaqueaban las rodillas sólo con ver a su ex marido, al contemplar el movimiento de su cuerpo y la sonrisa en sus labios, y eso no era recomendable teniendo en cuenta que llevaba un cuchillo en la mano.
—Mañana tienes el día libre —le susurró él al oído.
Su cálido aliento la excitó y le hizo cosquillas. No habían compartido más besos ardientes, y aunque se había dicho que no tenía importancia y que era mejor así, en el fondo sabía que estaba intentando engañarse a sí misma.
—¿Eso es una pregunta, o una afirmación? —le preguntó.
—Una pregunta.
Paula  mantuvo la mirada fija en su cilantro, que era fresco y aromático.
—Sí —le contestó.
—Bien —Pedro le metió una hoja de papel en el bolsillo, y añadió—: mi casa. Mañana. Seis y media. Cocino yo. Aquí tienes instrucciones para que no te pierdas.
—¿Y qué pasa si ya tengo planes? —le preguntó ella, mientras volvía la cabeza para mirarlo directamente. Sus ojos oscuros la impulsaron a lanzarse sin red de seguridad, pero un divorcio y varios años más de experiencia desde la última vez que se había arriesgado tanto hicieron que dudara.
—¿Los tienes?
Paula  estuvo a punto de decir que sí, pero la intrigaba saber la razón de aquella invitación; además, él se había ofrecido a cocinar. Mucha gente daba por hecho que a los chefs sólo les gustaba comer sus propios platos y que eran muy críticos con la cocina ajena, y era posible que eso fuera cierto en algunos casos, pero a ella le encantaba dejar que otro cargara con la responsabilidad.
—No —respondió al fin.
—Entonces, nos vemos allí.
Preparar fajitas no podía ser demasiado complicado, ¿no? Pedro había elegido aquel plato a propósito, y había comprado judías, arroz, salsa y guacamole en su restaurante mexicano favorito. Sólo tenía que trocear cebollas, pimientos y cilantro, preparar la carne y añadir las especias.
Ya había preparado la mesa y tenía un par de margaritas sin alcohol en la nevera, así que ¿por qué tenía tantos problemas con la cena? Faltaba menos de un cuarto de hora para que Paula llegara, y acababa de darse cuenta de que no podía calentar las judías.
—Maldita sea, necesito más cazos —exclamó, mientras empezaba a abrir armarios. Como no cocinaba, no sabría distinguir un cazo adecuado de uno malo.
Finalmente, encontró una cazuela y metió dentro las judías. Decidió utilizar el microondas y ahorrarse más problemas.
El timbre de la puerta sonó en ese preciso momento, y se apresuró a ir a abrir.
—Llegas justo a tiempo —dijo, antes de mirar a Paula. Entonces retrocedió un paso, cerró la boca de golpe antes de que se le cayera la mandíbula al suelo, y se la quedó mirando como un *******.
Paula estaba fantástica. Llevaba un jersey negro y morado que se ajustaba a sus impresionantes pechos y a su vientre redondeado, y unos vaqueros negros que lograban que sus largas piernas parecieran interminables. Su pelo suelto le caía hasta media espalda, y aquellas suaves ondas le recordaron otras veces en las que aquel mismo pelo le había caído sobre el vientre y los muslos mientras ella le…
Pedro decidió desviar de inmediato sus pensamientos de aquel peligroso camino, y la invitó a pasar.
—Estás muy guapa —le dijo.
—Gracias. El embarazo ya empieza a notarse, pero no lo suficiente para que llene la ropa de premamá, así que me resulta difícil encontrar ropa que me quede bien. Me gusta mucho tu casa, el barrio está muy bien y me he dado cuenta de que tienes unas vistas fantásticas. Estoy celosa —Paula se quitó el abrigo, y se lo dió—. Me he pasado por el restaurante al venir, y todo está bajo control. El gato ya se está haciendo el amo. Por cierto, tenemos que ponerle un nombre, a lo mejor tendríamos que someter el asunto a votación. Me refiero al personal, no a los clientes. Ellos no tienen por qué enterarse de lo del gato ni de lo de las ratas.
Pedro cerró la puerta, y esperó a que ella dejara de hablar. Tanto parloteo significaba que estaba nerviosa, y saber que no era el único hacía que se sintiera un poco más cómodo.

4 comentarios:

  1. Muy buenos capítulos! Me mata el histeriqueo entre los 2!!!

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  2. Ayyy ese histériqueo.. que Lindoooo !! Me encantaaa !! Geniales los capitulos .. creo se le termina la abstinencia a Pau jajajaqjjqqj

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  3. Ayyy ese histériqueo.. que Lindoooo !! Me encantaaa !! Geniales los capitulos .. creo se le termina la abstinencia a Pau jajajaqjjqqj

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