domingo, 14 de junio de 2015

Actitud Incorrecta: Capítulo 68

Pedro dobló en la esquina y vio que Delfina era arrastrada por el pasadizo.
-¡Detente! -gritó mientras reducía la distancia que los separaba-. ¡La policía viene de camino!
Una mentira, pero que confundió al villano. Tropezó y Delfina aprovechó la oportunidad para empujarlo contra la pared. Antes de que el miserable pudiera recuperar la ventaja, Pedro se lanzó sobre él, lo agarró por la parte de atrás del cuello y lo sacudió con tanta fuerza que tuvo que soltar a la joven por completo. Soltándose de la presa de Pedro, giró en redondo.
En esa zona del pasadizo apenas entraba la luz, de modo que la cara del atacante no resultaba visible, protegida por la oscuridad y la gorra. Comenzó a retroceder, y un clic sonoro le advirtió a Paula que se enfrentaría a verdaderos problemas si iba tras el canalla. Sin duda había tenido la intención de emplear la navaja sobre Delfina.
Y Paula.
Al recordar que la mujer a la que amaba podría haber muerto aquella misma mañana a manos de ese miserable, se enfureció y fue tras él. Retrocedió cuando sintió, más que vio, adelantarse la mano que sostenía el cuchillo. Luego, reanudó el avance preparado para el siguiente ataque, levantó el pie y estableció contacto con un hueso.
- ¡Maldición!
Un ruido contra el ladrillo primero, y luego la acera, le aseguró que había conseguido desarmarlo.
Se lanzó hacia delante para una plena embestida corporal que los envió a los dos volando hacia la calle. Aterrizaron con fuerza y rodaron, intercambiando golpes. A pesar de intentarlo, no conseguía ver la cara del otro. Notó que estaban equiparados en complexión y fuerza. Le dio un golpe en el estómago, pero sin dejar de rodar, terminó debajo del atacante.
-¡Pedro!
El grito de Paula desde el pasadizo lo distrajo un segundo.
Pero fue suficiente para recibir un golpe en la cara. La cabeza se sacudió hacia atrás y golpeó la acera. En el momento en que vio las estrellas, el canalla se puso de pie, le propinó una patada dura en el costado y huyó a la carrera.
-¡Pedro! -volvió a gritar Paula al salir del pasadizo.
Se esforzó por sentarse, con la intención de ir tras el otro. Pero al incorporarse, una Dulce frenética se aferró a él.
-¡Delfina! ¿Dónde está?
Pedro miró alrededor para darse cuenta de que, una vez más, la adolescente había desaparecido.
-Quédate quieto -ordenó ella mientras le desinfectaba el corte que tenía sobre la ceja.
-¡Aah! -cerró los ojos y esquivó la mano-. Ya es suficiente.
-Sigo pensando que deberías dejar que un médico le echara un vistazo -comentó mientras veía la herida sangrar. Sin aliento por el deseo de tocarlo, de hacerle el amor, logró contenerse-. Necesitas puntos.
-Un par de estas tiritas bastará.
Con cuidado, le cerró el corte con ellas y luego limpió la sangre.
-¿Y si sufres una contusión?
-Mírame a los ojos -musitó con tono sugerente.
-No es momento para bromas.
Gracias al cielo, tenía las pupilas parejamente dilatadas. Al terminar los primeros auxilios, resumió:
-Es probable que vivas.
-¿Decepcionada?
-Nunca me has dado un motivo para estar decepcionada, Pedro-se lavó las manos en el lavabo del baño y pensó que la culpa de que estuviera herido era de ella-. Soy yo quien...
-para -la agarró por el brazo y la hizo girar-. Ninguno de los dos tiene culpa de nada.
-Voy a hacer esa llamada ahora -musitó.
Después de todo lo sucedido, habían acordado llamar a las autoridades. Aun así, Paula había insistido en poner primero a su padre al corriente. pero no contestó las llamadas.
Colgó y dijo:
-Mi padre no responde. Vamos a tener que esperar un poco antes de comunicárselo a la policía.
Pedro  cruzó los brazos.
-No deberíamos haber esperado tanto.
No volvió a preguntárselo, pero entre ellos flotaba la cuestión no formulada de lo que ocultaba. Haciendo acopio de valor, Paula decidió que era ese momento o nunca.
-Es hora de que te cuente todo, Pedro -indicó después de respirar hondo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario