viernes, 6 de noviembre de 2015

Pasión Abrasadora: Capítulo 3

No podía medir más de un metro setenta y cinco. Sus rasgos carecían de la perfección de los de Mariana: la nariz ligeramente aguileña, la boca demasiado grande. Mariana era su ex mujer, la madre de Isabella. Una modelo de fama mundial, que nunca se habría dejado sorprender con las uñas sucias.
No quería pensar en ella. La elegancia en los movimientos, las miradas de asombro, una figura seductora y los ojos de un azul profundo. Ahora no. Se habían divorciado cuatro años atrás, y en ese tiempo apenas había tenido noticias suyas.
La mujer se movió ligeramente, musitando algo entre dientes. Las pestañas temblaron un segundo. Pero enseguida suspiró y su respiración se acompasó de nuevo. De algún modo, en medio del torbellino de humo y fuego, y en plena oscuridad, aquella mujer había encontrado a Isabella  y la había llevado hasta la ventana para ponerla a salvo en manos de un compañero.
Pedro caminó hasta situarse a los pies de la cama y, sin apenas esfuerzo, comenzó a leer los datos claramente consignados en el historial médico. El nombre de la mujer no tardó en aparecer: Paula Chaves. Edad: veintiocho años.
Entonces frunció el ceño y su mirada adquirió la determinación que muchos de sus socios habrían reconocido sin dificultad. El nombre de soltera de Mariana también era Chaves. Y una de sus primas menores se llamaba Paula. La había conocido en su boda, hacía un montón de años.
No podía tratarse de la misma persona. Serían demasiadas coincidencias seguidas.
Pero recordaba que Paula, con trece años, ya tenía una larga melena pelinegra. Y sus pómulos ya anunciaban esa elegancia innata. También había usado un corrector dental y tenía el aspecto desgarbado de un potro salvaje, carente de buenos modales. Aunque sus ojos eran, ya por entonces, de un verde tan intenso como la primavera, y su forma almendrada llamaba la atención.
Rebuscó en su memoria. ¿Acaso no se había criado con Mariana y Marta, la madre de Mariana, tras la trágica muerte de sus padres? ¿Y no habían muerto en un incendio?
¿Era esa la razón que había impulsado a Paula Chaves a hacerse bombero?
La prima de Mariana había salvado a la hija de Mariana… una extraña e increíble ironía. Al pensar en ello, decidió que lo mejor sería avisar a su ex mujer. El mismo siempre había sido carne de cañón para los periodistas. No quería que Mariana se enterase de lo ocurrido en las noticias.
Pero la mujer volvió a moverse y dejó escapar un breve gemido Pedro concentró toda su atención en ella y se situó en la cabecera de la cama, mientras asistía a la lucha que aquella mujer mantenía por recuperar la conciencia. «También recuperará la conciencia del dolor», pensó Pedro amargamente, mientras agarraba el timbre que colgaba sobre la almohada y aplacaba el impulso de tomar entre sus dedos un mechón de pelo, un cabello que podría calentar el corazón de un hombre.
—Está bien. He llamado a la enfermera —susurró con delicadeza.
La joven parpadeó varias veces antes de abrir completamente los ojos y enfocarlos sobre  Pedro. Eran de un verde claro y brillante, exquisitamente formados. Pese a la tensión del momento, Pedro esperó a que ella hablara.

El contorno de aquel hombre aparecía borroso, vibrando al tiempo que sentía las punzadas de dolor en el hombro. Paula bizqueó y procuró combatir el embotamiento que le producían el dolor y los calmantes. De esta forma, pudo obtener una visión más clara, más nítida y del todo reconocible.
Pedro. Pedro Alfonso. De pie junto a su cama, la estaba mirando con una intensidad que hizo que su corazón saltara en su pecho. «Ha venido por mí», pensó entre mareos. Por fin. El caballero en su brillante armadura, su príncipe azul… ¿Cuántas veces, en su juventud, había soñado con un despertar así? El cuerpo robusto, de anchas espaldas y caderas pequeñas, la mandíbula cuadrada y una vitalidad rebosante: Había estudiado ese cuerpo tanto como el suyo propio. Lo había estudiado y había suspirado por él. Sin esperanzas. Porque durante todos esos años, Pedro había estado enamorado de Mariana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario