miércoles, 4 de noviembre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 80

-Mamá ¿Te irás? Ahora que te tengo acá conmigo, te voy a extrañar mucho. – decía Pau mirándola a los ojos. – La verdad no quiero que te vayas, tampoco papá, por más que me hizo sufrir aun sigue siendo mi padre, y no puedo darle la espalda, lo amo mucho, lo amo mamá.
-Tienes un corazón de oro hija, pero será mejor que hagamos ese viaje, a parte, tengo que mandar un poquito en él ahora jajaja, quiero que mientras no estemos acá, quedes en nuestra casa con Pedro y las nenas, quiero que disfrutes todo lo que no pudo y también que cuide los dos de la empresa, no necesariamente trabajar todos los días como hacia tu padre, pero que siempre estén atento en todo lo que hacen, porque hay personas allí que la cuidan mejor que tu padre y yo… - Pau trago saliva al escuchar todo lo que le decía su madre ¿A poco era alguna broma? – Hija, enserio quiero que vas a vivir en tu casa, porque es tuya, fue de mis abuelos, luego de mis padres, fue mía y ahora es tuya, tuya y de tu familia ¿Si? Igual con la empresa, quiero que tomes un rumbo en ella, tú o Pepe, los dos si posible, y si no quieren pues que lo haga otro ¿No? No les obligo a nada, porque sé que no querías ser empresaria… Pero me encantaría que cuidara de los negocios de la familia.
-Mamá, con mucho gusto, he estudiado par eso ¿No te acuerdas? – la señora le asintió. – Y por más que quería ser otra cosa, ahora ya no, me gusta mi profesión y estaré orgullosa de cuidar de la empresa de la familia, me encantaría de verdad, solo no sé si estoy lista para guiar un negocio tan grande.
-Si, estás mi amor, yo creo en ti y habla con Pepe, te ayudará y quiero que sean una familia muy feliz, que vayan a vivir en nuestra casa… - le dio un besito en la frente y se levantó. – Ya en una semana nos vamos, y quiero pasar todo el tiempo que aun tengo acá a tu lado y al lado de mis nietas, pero no te preocupes, vendré a verte siempre, porque ya no seré tan tonta… Te amo mucho mi niña y disfruta tu familia, se feliz y nos vemos mañana ¿Si? – Pau le asintió mientras veía a su mamá saliendo por la puerta.
Era raro que su padre había aceptado todo eso tan rápido, que ella tomara su lugar en la empresa, cuidar a los negocios, ser otra socia de todo lo que tenían, vivir en su casa y disfrutar de las misma cosas que ellos disfrutaban, Paula respiró hondo, ella si aceptaba y sabía que así podría dar a sus hijas y a los que vendrían después una vida mil veces mejor, pero no sabía si Pedro lo aceptaría, era probable que debería convencerlo en la cama.
El día paso rápido jugando con sus adorables niñas, la verdad no podía ser más feliz, tenía todo lo que deseaba, William hizo las refecciones del día, ni siquiera había dejado a Paula entrar en la cocina en todo el día, y a la noche jugaron los cinco de casita con las nenas, él había comprado una linda muñeca para cada una, y había guardado la de Rocío, y estaban felices las nenas, pronto fueron todas a dormir en la habitación nueva que estaba lista y Pau y Pepe quedaron en el living abrazaditos en el sofá mirando una linda película romántica.
-¿No estás cansadita? – preguntó él hacia ella y le dio un besito en el cabello.
-Un poquito, un poco mareada por todo lo que me paso hoy, y jugamos tanto jajaja, hacia mucho que no jugaba a las muñecas. – le sonrió. – Mm ya quiero un bebecito chiquito para que no necesite jugar a las muñecas.
-Yo también quiero un bebecito mi vida, nuestro, un varoncito. – se besaron dulcemente en los labios. – Pero también quiero que disfrutes primero a tus nenas ¿Si? – ella le sonrió. – A parte, Rocío recién llegó a nuestra familia, debemos darle mucha atención, pero sin olvidar de Jessica y Soledad ¿Sabías que Soledad estuvo un poco triste cuando te fuiste? No quería comer y me decía que ya no la amaría más. – Paula borró la sonrisa. – Pero cuando llamaste y dijiste que había encontrado a Rocío, le conté que tendría otro hermanita y empezó a comer y estuvo feliz…
-Será algo difícil contarle a Soledad que ella no es mi verdadera hija, de sangre como pensábamos, pero sé que ella entenderá, es una buena nena y la amaré igual, de todos modos es mi hija.
-Si mi amor, así es. – respiró hondo los dos. – Nuestra hija.
-¿Pepe?
-Si mi vida.
-Mis padres se van del país. – dijo ella con una voz dulce y triste a la misma vez, Pepe solamente la miro con pena y le beso la frente. – No quería eso, por más que papá me hizo daño, pero mamá me dijo que lo quiere llevar por un tiempo lejos de acá, para ya no hacerme daño, para que disfrute yo a mis hijas y de todo lo que tengo derecho. – él me miro raro y otra vez respiro hondo.
-Mmmm explícame bien eso.
-Mamá quiere que trabajemos en la empresa, que seamos los nuevos dueños. – Pepe abrió los ojos como plato sorprendido, pero no dijo nada, quedo en silencio escuchando a Paula. – Ella me dijo que quiere mucho eso Pedro y jamás podré decirle que no, ella quiere también que nuestra familia viva en la casa de los Chaves, quiere que vivamos allá por lo menos mientras no vuelven ¿Me entiendes? – él le asintió. – Yo sé que eres cabeza dura, pero es la voluntad de mamá y será mejor también para nuestras nenas…
-Pau, yo sé bebé y seria un gusto trabajar en la empresa, pero…
-Pero nada mi vida, aceptamos por favor, por mamá y por nuestras hijas, con el tiempo podemos comprar nuestro propio hogar, nuestra propia casa, a parte, esa casa también es mía y tenemos derecho los dos desde que nos casamos. – él le asintió. - ¿Lo aceptas? Por favor. – él solamente la beso apasionadamente acariciándole la panza plana que estaba a la muestra.

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