domingo, 1 de noviembre de 2015

Dulces Sueños: Capítulo 69

De a poco él fue alejándose de ella, suavemente, dejando su cuerpo, dejando sus pechos y su cuello, haciendo que las manos de Pau dejasen de tocarlo y se sentó en la cama con la cabeza baja, como si estuviera sintiendo algo feo.
-Mi amor ¿Qué pasó? – preguntó ella sentándose también y mirándolo con tristeza. – Bebé ¿Qué tienes? Dime.
Él la miro con un desanimo enorme ¿Por qué estaba así? Hace segundos estaba acariciándola y gimiendo y ahora como un pase de mágica había decaído de la nada.
-Cielito ¿Te sientes mal? ¿Quieres que te traiga algo? – preguntaba ella, acariciándole el pelo preocupada. – Dime algo, por favor Pedro.
-Es que… - respiró hondo.
-¿Es que… que?
-Es que no puedo… no puedo. – él ni siquiera pudo mirarla a los ojos, Pau quedo un poco confusa, sin entender porque no podía, hasta que de pronto le cayó la ficha y empezó a reír como una loca. – No ríes, es una vergüenza para mí, de verdad.
-Jajajaja, bebé, no es vergüenza, estamos en confianza ¿No? Esas cosas suelen pasar. – no podía hablar enserio, sus labios hacían todo el esfuerzo del mundo para no caer en una carcajada, para no lastimarlo, porque entendía como era el orgullo de los hombres. – No quedes así, ni siquiera lo intentamos bien corazón.
-Pero ni se movió. – él miró a Pau que reía, en todo ella era perfecta, cuando lloraba, cuando reía, pero no era justo que le hiciera eso, a parte, esas cosas solían pasar, estaba cansado solamente. – Es que nunca me paso.
-Mm, pero es normal… no se movió, jajaja. – ella le dio un beso en la mejilla y respiró hondo. – Ay mi bebé, no quedes así, por favor, ya va a pasar ¿Quieres intentar de nuevo? ¿Quieres que te lo bese para sanar?
-No. – le gritó y se levantó de la cama enojado.
Ahora si ella dejó de reír, no entendía la reacción de Pedro, solamente estaba intentándolo hacerle sentirse mejor, no quería ofenderlo, pero parecía que lo había hecho, ella también se levantó y se acercó a él, sin reír.
-Pepe, por Dios ¿No debes quedar así? Mira, estuvimos la noche toda haciéndolo, y volviendo a hacerlo, y todos los días igual, estás cansado amor, quizás tu cuerpo y tu mente no, pero… jajaja él si está. – lo miró, huy, no podía aguantar. – A parte, no debo estar tan atrayente ahora, sin maquillaje, sin bañarme después de tanto sexo, el pelo debe estar horrible, todo cuenta bebé.
-No, no es tu culpa, estás hermosa. – la miró. – Yo quería hacértelo, pero…
-Pero nada, tenemos toda una vida para hacerlo, a parte, podemos bañarnos y bajar para tomar algo y luego caminar por la playa, después lo intentamos de nuevo, pero dejemos descansar un poquito ¿Si? – él le asintió. – Yo también me canso Pepe, solo que no lo demostramos, las mujeres somos así. – otra vez le dio un suave beso en la mejilla. - ¿Va? ¿Vamos a bañarnos?
_-Si.
Ella le sonrió y juntos fueron al baño, parecía un nenito de cinco años sin su juguete, la verdad sabía que tarde o temprano eso pasaría, ya que estuvieron horas y horas teniendo sexo, era más que obvio que su amiguito estuviera casadito. Entraron en la regadera helada, estaba calor y más, debería sacar las ganas a Paula que estaba caliente también por las caricias y los besos en la cama.
-Perdóname. – le pidió él, ella solamente beso su pectoral mojado, estaban abrazados bajo la ducha, disfrutando un poco del amor.
-No tengo nada que perdonarte, porque sé que me vas a hacer tuya en otro momento. – le sonrió y volvió a apoyar su cabeza en su pecho. – Jamás pensé amar una persona como te amo a tí Pepe, soy capaz de todo por tí.
-Y yo por tí osita  graciosa. – se rieron. – Será que eses días de sexo ya hicimos a nuestro bebé.
-No sé, espero que si.
Pedro se agachó un poco para estar a la altura de la panza de Pau, puso su oído ahí como si fuera escuchar algo, ella sonreía al sentirlo tan tierno como estaba ahora, deseando que ella estuviera llevando un bebé suyo.
-Jajaja ¿Qué haces? – le preguntó.
-Estoy viendo si puedo escuchar algo, si hay alguien ahí adentro.
-Hay un monstruo hambriento mi vida, estoy muerta de hambre.
Él no la escuchó, solamente quedó ahí donde estaba, luego acarició su panza y la besó suavemente, como quisiera que estuviera embarazada, sería un sueño hecho realidad, tener un hijo de la mujer que más amaba y ser papá, eso lo haría el hombre más feliz del mundo, bueno, si era posible ser más feliz de lo que estaba.
Bajaron para tomar del desayuno ya cuando habían terminado de bañar y arreglarse, Pau se puso un vestido que iba hasta las rodillas, hermoso, con pequeñas flores claras, y Pepe una ropa liviana, short y remera blanca, se sentaron en una de las mesas y tomaron el desayuno, parece que jamás habían visto comida, comieron como toros hambrientos, la verdad habían perdido mucha energía a la noche y por eso deberían recuperarla, luego se fueron para una caminada en la arena, sacaron los zapatos y caminaban de la manos mientras el agua golpeaba sus pies.
-Que pena que ya tenemos que ir. – comentó ella mirando el horizonte, el agua azul hermosa. – Espero que pronto pueda traer a mis nenas para conocer el mar, para conocer esa maravilla que es el mar. – miró a Pepe y sonrió.
-Si mi vida, pronto las vamos a traer, pero no hay solo Cancún en México, hay otras playas que deben ser hermosísimas ¿No? – ella asintió.
-Si, hay muchas, Acapulco, Puerto Vallarta entre millones más jajaja. – se dieron un piquito mientras caminaban. – Hoy está un poco desierta la playa, me gusta así, sin muchas personas que te miran ¿Sabes?
-¿Que?
-Quiero que hagamos una promesa enfrente al mar. – se detuvieron y quedaron enfrente al mar, Pepe la abrazaba por atrás, mientras contemplaba lo hermoso que era la naturaleza. - ¿Arrodillamos? – él asintió y lo hicieron, sentían el agua golpeando una parte de sus piernas, era hermoso, mientras tenían uno al otro.
-¿Que promesa haremos? – preguntó él.
-Que siempre estaremos juntos, por toda la vida, y que juntos enfrentaremos todos los problemas, todas las dificultades por más feas que serán. – él le dio un besito en el cuello y ella sonrió. – Que seremos los mejores padres del mundo, que nuestro amor sea el mayor y más bello, y un pedido más que especial, que nos den un bebé… un bebé que será fruto de nuestro amor. – una lágrima salió de los ojos de Pau, la verdad era de felicidad por tenerlo a su lado, por saber que siempre se amarían. – Te amo.
-Y yo a ti Candy. – se voltearon y se dieron un hermoso beso, lleno de amor, lleno de pasión. – Dios nos dará eso y mucho más y prometo a ti y a Él… - le señalo el cielo. – Que te haré feliz, que seremos felices, y que te daré muchos hijos y los mejores padres del mundo.

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