viernes, 13 de noviembre de 2015

Pasión Abrasadora: Capítulo 27

—¿Has dicho que la cena está lista? —preguntó con tanta dulzura como le fue posible.

—Siento lástima por los chicos que tengan que trabajar contigo en el coche de bomberos —dijo despiadado.

Acariciando los pétalos de bronce de unos lirios, Paula sonrió sin querer.

—¿A qué coche de bomberos te refieres? Todo me resulta tan lejano aquí.

—Bien —dijo Pedro—. Al menos he conseguido algo. Paula se mordió el labio inferior.

—Te estoy muy agradecida por traerme aquí, Pedro. No me malinterpretes. Y sí, estoy cansada. Pero no es solo cansancio. Es que no quiero iniciar una relación contigo, asumiendo que tú sí quisieras, lo que pongo en duda. Vivimos en mundos diferentes y así debe ser. Esa es la razón por la que me muestro algo distante. Instinto de protección.

Pedro se acercó.

—Es tu cabeza la que habla, ¿verdad?

—Es mejor evitarse problemas.

—Desde luego, eres distinta a cualquier otra mujer que haya conocido. Y eso incluye a Mariana —dijo Pedro con violencia contenida.

Estaba tan cerca que Paula podía ver sus pestañas, negras y rizadas; la curva del labio inferior, tan bien esculpido y tan deseable. Quería pasar el dedo por el labio. Mientras, el corazón le latía con más fuerza.

—No sé por qué hice esa ridícula promesa —se lamentó Pedro.

—Yo también hice una, si te sirve de algo —añadió Paula tratando de sonreír—. No ponerte las manos encima.

A Pedro le brillaban los ojos.

—¿En serio? Podríamos romper nuestras promesas por mutuo acuerdo.

—¡No podemos! No estamos hechos el uno para el otro. Y no quiero reducirlo a una simple aventura.

—Yo no pensaba en algo pasajero —agregó Pedro—. Y ahora, dado que Sara tiene tanto carácter como tú, será mejor que vayamos a cenar.

Ese era otro de los puntos que Paula había notado en las últimas veinticuatro horas. El respeto mutuo entre Pedro y sus empleados.

—Eres muy amable con el servicio —dijo Paula de mala gana.

—¡No soy un ogro!

«Tan solo el hombre más sexy que he visto en toda mi vida». Afortunadamente. Paula no lo había dicho en voz alta. Pasó a su lado y fue al comedor.

Después de cenar, Pedro fue a acostar a Isabella. Luego, Paula  y él jugaron al ajedrez en la terraza. Poco después de medianoche, Pedro dio jaque mate.

—¡Vaya! —se lamentó Paula—. Debería haber tapado ese alfil hace dos movimientos.

—Juegas muy bien.

—Me enseñó Esteban. Uno de los compañeros de turno. Es una buena manera de mantenerte despierto —explicó con una abierta sonrisa—. Pero como esta noche no tengo turno, creo que me voy a la cama. Buenas noches.

Pedro se levantó cuando Paula empujó la silla.

—Habrás notado que no he mencionado la proposición —dijo perezosamente—. He preferido dejarlo para más tarde.

—Me parece bien —respondió use con amabilidad—. Eso nos ahorrará otra pelea.

—Hay otras formas de evitar una pelea.

Pedro, sin utilizar las manos, la besó en la boca. Fue un beso pleno, gozoso, de una aplastante intimidad. Recorrió sus labios con la lengua. Después siguió besándola los pómulos, los párpados, el cuello. Paula creyó oír su nombre desde muy lejos.

Se sentía débil, ligera, devastada por el deseo. Y sin embargo estaba siendo complacida como nunca antes lo había sido. Pero Pedro aún no la había tocado. En plena excitación, Paula dió un paso atrás. Sus ojos eran como dos piscinas negras bajo el cielo del trópico.

—Pedro, por favor…

3 comentarios:

  1. Buenisimos!! Me quedo con ganas de seguir leyendo.... :(

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  2. Muy buenos capítulos!!!! que difícil va ser mantener la promesa que hicieron! ;)

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