miércoles, 27 de mayo de 2015

Cuestiones Privadas: Capítulo 56

La carretera serpenteaba entre los árboles como una cinta negra brillante. Seguía nevando, pero la carretera estaba despejada y ellos iban callados.
Paula no podía culpar a Pedro de su silencio. Desde que se habían besado, ella se había quedado muy recta en su asiento con las manos entrelazadas en el regazo. Pedro  tenía que estar pensando lo mismo que ella. Que habían cometido un terrible error.
Vieron unas luces a lo lejos.
-Eso es Litchfield -le informó Pedro.
-Es precioso -dijo ella.
-Sí.
- Sé que es una tontería porque nunca he estado en esta parte de Connecticut, pero me resulta familiar.
- Es posible que lo hayas visto en postales - respondió Pedro.
Fue una respuesta tan breve, que Paula pensó que no se equivocaba. Pedro estaba arrepentido de haberle dicho que fuera con él. Lo sabía por su silencio, por su perfil duro y por el modo en que agarraba el volante y a ella le sucedía lo mismo.
¿Por qué demonios había aceptado la proposición de él? ¿Por qué le había dicho que quería que le enseñara todas aquellas cosas que no sabía y que se hacían en la cama?
Porque le había dejado bien claro que quería acostarse con él para aprender.
Sí, quería aprender lo que era el sexo. Había algo patético en llegar a su edad y saber solo al respecto lo que le habían dicho en la escuela o lo que había oído a otras mujeres a lo largo de los años. Sus hermanas, por ejemplo, habían hecho bastantes alusiones a ello y habían sugerido que no era tan maravilloso como debía ser.
Pero Paula quería averiguarlo por sí misma. O eso había pensado poco antes, porque en ese momento, ya no estaba tan segura.
¿Se acostaría con Pedro esa noche y el lunes iría al despacho como si nada hubiera pasado? Porque no se engañaba, con él no habría ninguna implicación sentimental. Él se lo había dejado bien claro.
La semana siguiente, incluso antes, ella tendría que encargar las flores para la última conquista de Pedro, tendría que hacer la reserva para el restaurante en el que cenarían y tendría que ser educada cuando la nueva candidata a novia del mes telefoneara o apareciera en el despacho.
«¡Oh, Dios!», exclamó en silencio.
- ¡Para el coche! -gritó, volviéndose hacia Pedro. Él frenó inmediatamente y el coche dio una pequeña sacudida, se deslizó unos metros y giró violentamente.
Cuando finalmente se detuvo, lo hizo perpendicularmente a la carretera y señalando hacia el bosque. El motor hizo un ruido y se apagó. En medio del súbito silencio, Paula oyó el viento, el sonido de la respiración de Pedro y su propio corazón.
-¡Maldita sea, Paula! ¿Estás bien? -preguntó él, agarrándola de la mano.
-Sí, ¿y tú? -respondió aterrorizada.
-Sí, estoy bien. Voy a comprobar que no le pasa nada al coche. Es peligroso que estemos aquí parados tan cerca de la curva -Pedro giró la llave y contuvo el aliento hasta que el motor se encendió.
Entonces arrancó Y puso el coche en la dirección adecuada.

4 comentarios:

  1. Ayyy mama mia.. que capitulos che !! Estoy intrigada jajajajaj !! Q pasara ?

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  2. Wowwwwwwwwwwww, qué pasará esta noche???? Ayyyy, muero de ansiedad jajajaja

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  3. Muy buenos capítulos! cuanto más van a contener lo que sienten???!!!

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  4. noooooooo q paso ??? QUIERO LEERLOS YA

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