sábado, 23 de mayo de 2015

Cuestiones Privadas: Capítulo 33

De repente, la puerta del aseo se abrió.
-Paula.
Pero fue Clara quien salió de allí.
- Hola, guapo. ¿Me estabas esperando?
- No exactamente. ¿Has visto por causalidad a Paula Chaves?
-¿A quién? Ah, ¿te refieres a esa pobre... a tu secretaria? -preguntó, pestañeando-. No -se acercó y esbozó una sonrisa-. ¿Es eso tan importante? ¿Me refiero a si la tienes que encontrar necesariamente?
-Sí, es importante.
Clara disimuló su decepción y Pedro fue hacia el corredor. Tenía que encontrar a Paula  para decirle que lo que había pasado había sido un error.
-¿Pedro?
- ¿Paula?
-Pedro, estoy aquí.
-¿Dónde? Él solo pudo ver una mano que le hacía gestos desde dentro del abarrotado salón.
¿Paula en medio de la fiesta?, pensó, tratando de abrirse paso. Bueno, desde luego aquello era un progreso. Ya solo tendría que convencerla para que le dejara seguir adelante con su plan de presentarle hombres. Él conseguiría que saliera con algún amigo suyo.
Eso sería lo mejor para ella, sobre todo si se había empezado a hacer ilusiones sobre él después de lo del ascensor...
- ¡Pedro! Estoy aquí.
Pedro estuvo a punto de resbalarse al pararse en seco.
-¿Paula?
Era Paula, sí, pero una Paula a la que jamás había visto antes. El abrigo y la chaqueta habían desaparecido y se había recogido los rizos sobre la cabeza. Algunos mechones le caían sobre la cara de un modo muy femenino. Se había abrochado la blusa, pero solo hasta el botón con el que había empezado todo. De manera que Pedro pudo ver de nuevo un trocito del sujetador de encaje blanco que resaltaba la suave curva de sus senos.
Pedro la miró con los ojos muy abiertos. ¿Y qué le había pasado a su falda? Minutos antes, le llegaba casi hasta los tobillos, pero en esos momentos le quedaba por encima de las rodillas. Tampoco era recta ya y se había puesto un cinturón. ¿Cuál, el del abrigo? Sí, tenia que ser eso. El cinturón le ceñía la cintura y le subía la falda...
-Pedro-repitió con voz dulce.
Pedro  parpadeó. Paula lo miró sonriente mientras agarraba a Martín Gonzalez  por el brazo. Y Martín  también estaba sonriente.
- Hemos estado buscándote.
-¿Sí? -dijo Pedro cuando finalmente fue capaz de hablar.
-Sí.
Entonces Paula le sonrió y luego sonrió a Martín. A Pedro le habría gustado darle un puñetazo a aquel estúpido de Gonzalez, pero eso habría sido una tontería, porque justamente eso era lo que él esperaba, que Paula conociera a alguien para salir.
- Te estaba esperando cuando Martín llegó y...
Pero él apenas conocía a Gonzalez. ¿Sería un buen tipo? Hernán Paz también parecía agradable hasta que se había convertido en un pulpo, según Paula.

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