sábado, 23 de mayo de 2015

Cuestiones Privadas: Capítulo 37

Paula  dejó escapar un suspiro.
-Lo sé, es solo que... no estoy de muy buen humor esta mañana.
-Pues entonces ya somos dos -dijo él, pasándose la mano por el pelo-. ¿Cómo fue todo anoche? ¬-añadió tras una pausa.
-¿Todo?
- Tu cita con Martín. ¿Te lo pasaste... bien?
-Sí -contestó tras mirarlo fijamente unos segundos.
Luego esbozó una sonrisa, pero no podía engañarlo. Esa sonrisa era tan falsa como su contestación.
-¿Paula?
- Tengo mucho trabajo, Pedro. Los informes que me dejaste ayer... -dijo, girando la silla y dándole la espalda.
-Paula -repitió él, acercándose-, ¿qué te pasa?
-Nada. Ya te he dicho que no estoy de muy buen humor esta mañana.
Pedro soltó un suspiro.
- Es culpa mía, lo siento. No debería haberte dicho nada. Claro que no has llegado tarde. Nunca lo has hecho.
- Ayer. Ayer sí llegué tarde.
-Bueno, la mitad de la ciudad llegó tarde -replicó él, notando un brillo extraño en los ojos de ella.
-El resfriado que te dije -añadió ella, como si hubiera leído sus pensamientos.
Pedro sacó un pañuelo del bolsillo y se lo ofreció.
- Toma -esperó a que ella se sonara la nariz-. Es solo que como no viniste pronto, empecé a preocuparme.
-¿Por mí?
-Claro. Es que me sentía un poco responsable, por haberte presentado a Martín -esperó unos segundos para ver si ella decía algo, pero no lo hizo y él se aclaró la garganta-. ¿Qué tal fue? Me refiero a si te encontraste de nuevo con un pulpo...
- No, Martín es un perfecto caballero.
-Bien -Pedro dejó escapar un suspiro-. Eso es un alivio.
- Pero lo demás fue un desastre.
-¿Un desastre? ¿No te lo pasaste bien?
- Estaba demasiado nerviosa para disfrutar. No sabía qué decir, qué hacer, qué pedir... quiero decir, de comer.
-¿Dónde te llevó?
-A un pequeño lugar en la Tercera Avenida. Era francés. Martín  decía todo el rato que era una boite, que no sé lo que significa.
-¿Chez Louis?
-Sí, ese. Pero no tengo ni idea de por qué lo llamaba boite.

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