miércoles, 27 de mayo de 2015

Cuestiones Privadas: Capítulo 54

- No deberías haber hecho eso. Ahora va a pensar que tú y yo...
-¿Te ha pedido el número de teléfono?
-¡No! -gritó Paula, soltándose y mirándolo enfadada-. ¿Y qué pasaría si lo hubiera hecho?
Pedro se metió las manos en los bolsillos de la chaqueta.
-No te preocupes, se lo aclararé la próxima vez que lo vea. Cuando sepa que tú y yo no somos novios, seguro que te invita a salir.
- ¡No quiero salir con él! No tienes por qué pensar eso.
-Claro que sí. ¿Por qué estoy haciendo esto si no es para que los hombres se interesen por ti?
-¡No me gusta tu actitud!
-No tiene por qué gustarte. Tú tienes que hacer solo lo que yo te diga.
- ¿Sabes qué? He cambiado de opinión. No quiero seguir con esto. Me voy a casa.
Se dio la vuelta y Pedro la agarró del brazo.
- Te irás a casa cuando yo te diga que te vayas.
- Sé que esto puede sorprenderte, pero no tengo por qué obedecer tus órdenes.
-Claro que tienes que obedecerlas. Eres mi asistente personal, ¿recuerdas?
- Solo durante la semana.
-¿Me estás diciendo que no vas a hacer horas extras?
-¿Qué tipo de pregunta es esa?
-¿Qué te creías, que esto no eran horas extras? -Pedro se puso a pensar una buena excusa rápidamente- Tengo que ir a Connecticut para... revisar una propiedad y necesito que vengas conmigo -Paula lo miró con los ojos muy abiertos-. Quiero ver si tienes talento para ese tipo de cosas.
-¿Qué tipo de cosas? No te entiendo.
Pedro  la agarró del brazo y la llevó hacia donde tenía aparcado el Corvette. Abrió la puerta para que ella entrara y luego fue hacia el maletero para meter lo que habían comprado.
-A veces invierto en terrenos, ya lo sabes -respondió-, y quiero saber tu opinión como asistente personal. Tengo los datos, los precios de la zona, los impuestos y el precio de reventa. Por supuesto que si te parece demasiado...
- Soy perfectamente capaz de entender los datos. Lo que no entiendo es por qué no me lo habías dicho antes.
-No lo había pensado.
Y era cierto. De repente, se dió cuenta de que era normal que a ella le pareciera de lo más absurdo. ¿Para qué iba a querer llevar a Paula a Connecticut? Le había dicho que pasarían el día comprando ropa y que luego le llevaría a la peluquería.

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