domingo, 24 de mayo de 2015

Cuestiones Privadas: Capítulo 42

Pedro se hundió en la silla que estaba frente a su escritorio  con Paula  en su regazo. La horquilla con la que ella se sujetaba el pelo se abrió y él pasó los dedos por su rizado cabello. Luego metió una mano por debajo de la falda y la subió hasta tocar sus muslos. Ella soltó un gemido y él se dio cuenta de que estaba perdido, completamente perdido...
En ese momento, sonó el teléfono.
-Pedro -dijo Paula, pero él sacudió la cabeza y siguió besándola.
Sin embargo, el teléfono no dejó de sonar y él tuvo que contestar finalmente.
-¿Diga?
De pronto, le cambió la cara y se sentó muy recto en la silla, con lo que estuvo a punto de tirarla al suelo.
-Me alegro mucho -dijo él con voz fría. Luego le acercó el teléfono a ella-. Es para tí.
- ¿Para mí?
-Sí, es tu amigo Martín. Se te había olvidado decirme que no podías venir conmigo al cóctel de esta noche porque te habías citado con él.
- No se me olvidó. Pero tú tampoco me preguntaste.
- No, claro que no te pregunté. Lo que hagas con tu vida no es asunto mío, Paula. Además, me siento halagado.
-¿Halagado?
- Sí, es la primera vez que una chica practica conmigo antes de citarse con otro hombre.
-No creerás que era esa mi intención -dijo ella, palideciendo.
-¿No? -Pedro agarró su chaqueta-. En cualquier caso, espero que te diviertas esta noche.
Ella se volvió para contestar.
-Hola -dijo con voz alegre-. No, no importa. Sí, me encantaría. Yo también me lo pasé muy bien. ¿En La Góndola a las seis? Muy bien, Martín. Allí nos veremos.
Después de colgar, se giró dispuesta a seguir discutiendo con Pedro, pero entonces descubrió que este se había marchado...
Paula levantó la vista del ordenador para comprobar la hora. Eran casi las cinco, así que podía dejar ya el trabajo y prepararse para su cita con Martín.
Terminó el informe que estaba tecleando y apagó el ordenador.
Pedro  todavía no había vuelto. La había llamado a media tarde para darle unas cuantas órdenes en un tono que delataba su mal humor.

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