viernes, 22 de mayo de 2015

Cuestiones Privadas: Capítulo 29

-Escucha, de verdad que lo siento, pero...
-Pero nada -lo interrumpió Paula con frialdad-. Además, ya he conocido gente. He conocido a tres personas. Cuatro si incluimos en la lista a esa muñeca de tamaño natural.
Luego, trató de pulsar el botón para que el ascensor volviera a ponerse en marcha, pero Pedro se lo impidió.
-Tendrías que conocer a mucha más gente si vas a ser mi asistente personal.
-Pensé que me habías traído para que conociera hombres solteros.
-Sí, ese era parte del plan, pero me dijiste que habías cambiado de opinión, ¿no?
-Sí, pero me lo he pensado mejor y he decidido que sí que quiero conocer hombres. Cuanto más mejor.
-En ese caso, volvamos a la fiesta.
-No.
-Paula, no seas terca. Esa fiesta está llena de solteros.
-Oh, seguro. ¡Y está llena de mujeres como Clara!
-Olvídate de Clara-Pedro frunció el ceño y soltó la mano de Paula-. No nos quedaremos mucho rato, te lo prometo.
- Ya me he quedado más del que debería.
- ¿No vas a dejar de comportarte como una estúpida?
- No estoy comportándome como ninguna estúpida. Al revés, estoy siendo muy sensata.
- ¿No me has dicho que quieres conocer hombres? Pues en la fiesta tienes para elegir. Hay hombres jóvenes, viejos, de mediana edad, gordos, delgados, abogados, banqueros...
-Pero, ¿es que es tan difícil que lo entiendas? Quiero conocer hombres, pero no quiero que tú hagas de intermediario.
-Pues para conocerlos alguien tendrá que presentártelos! Además, parece que cuando buscas hombres para salir...
- ¡Yo no busco hombres para salir!
- Está bien, pues cuando sales con los que conoces por tus propios medios, parece que son todos unos canallas.
- De acuerdo, esto ha ido demasiado lejos.
Paula  trató de apretar el botón, pero Pedro la agarró y la obligó a que lo mirara a los ojos.
- De acuerdo, dejemos a un lado si te apetece o no empezar a comportarte como una mujer de verdad. Atengámonos al trabajo. Yo te ascendí ayer. ¿Quieres ser mi asistente personal? Pues empieza a comportarte como tal.
- Lo haré. Llevo meses haciéndolo. Te busco datos, hablo con los clientes, trabajo para que la empresa funcione sin contratiempos, pero no tengo por qué meterme en un salón lleno de mujeres maquilladas y elegantes, que piensan que la vida empieza y termina en ti.
-Escúchame, Paula. Vamos a ir de nuevo arriba y vas a entrar en la fiesta conmigo.
-¿Para qué? No me necesitas para nada.
-Las secretarias se van a las cinco a casa, pero una alta ejecutiva tiene que conocer gente. Por eso es por lo que vas a volver arriba y vas a ser simpática con las personas que te presente -Pedro esbozó una sonrisa entre dientes-. O puedo llevarte abajo, llamar a un taxi y volverás a ser simplemente mi secretaria. Tú eliges.
-¿Por qué haces esto? -le preguntó Paula, mirándolo fijamente a los ojos-. Me refiero a que esto es solo una fiesta. Si de verdad crees que debo hacer este tipo de cosas, de acuerdo, las haré. Pero no me parece que la fiesta de esta noche sea tan importante.
En realidad, él tampoco lo creía. Sí, sería una ayuda que conociera a alguien de United Broadcasting, pero no era vital y, por otra parte, ir acompañado de Paula iba a limitarlo. Tendría que estar pendiente de ella todo el rato en vez de concentrarse en las personas que había ido a ver.
Y Paula tenía razón en que no iba vestida para la ocasión. Estaba fuera de lugar. Pero, ¿y qué? A Clara la miraban todos los hombres de la fiesta, pero no era inteligente del modo en que lo era Paula ni tenía su sentido del humor. Clara nunca lo volvería loco ni querría estrangularla para al minuto siguiente besarla hasta morir...

No hay comentarios:

Publicar un comentario