martes, 19 de mayo de 2015

Cuestiones Privadas: Capítulo 19

 Y me aseguró que se conocían desde siempre.
- Solo nos conocemos porque trabajamos un año juntos.
-O sea, que me mintió -dijo ella, mirando a Pedro-. Efectivamente, ese tipo es una serpiente.
-¿Intentó... ?
-Sé manejar a los hombres como Hernán Paz. Cuando tenía dieciséis años, una de mis hermanas salió con un tipo que hacía karate y me enseñó unas cuantas llaves.
-Muy bien -dijo él-. O sea, que lo único que querías era salir con algún hombre agradable.
-Eso es.
-Bueno, pues yo puedo presentarte a algunos amigos que son personas agradables.
-Oh, no, no puedo pedirle...
- No me lo has pedido. Soy yo el que te lo está ofreciendo.
- ¿ Y qué va a hacer? ¿Decirles a sus amigos que su secretaria está buscando alguien con quien salir?
-Mi asistente personal -le corrigió él, sonriendo -. Y te aseguro que seré sutil. Por otra parte, yo suelo ir a muchos cócteles, asuntos de negocios, ya sabes. Así que puedes acompañarme siempre que quieras.
-De verdad, señor Alfonso...
- Te presentaré como mi mano derecha. Paula, no me mires así. Verás como todo irá bien.
- No, señor Alfonso, le aseguro que no se me da nada bien relacionarme con los hombres.
- Llámame Pedro.
-Está bien, Pedro, te agradezco tu oferta, pero no puede ser. Me sentiría ridícula.
- Te sentirás más ridícula dedicándote a dejar tu número de teléfono en el contestador de la sección de contactos de una revista.
Paula se mordió el labio.
- El problema es que no sé moverme en sociedad.
- Yo te enseñaré.
- Ni tampoco sé vestirme. Mis hermanas siempre me han dicho que no tengo gusto.
Pedro  la miró de arriba abajo.
-Creo que también podremos ocupamos de eso.
- Tampoco sé qué se supone que debo hacer al final de la velada... -dijo, sonrojándose.
-¿Te refieres a... ?
-Sí, por ejemplo, anoche, cuando Hernán  intentó... besarme, yo me defendí colocando las manos en una posición de karate.
Pedro soltó una carcajada.
- Me gustaría haberlo visto.
- Pero si un hombre intentara besarme y yo quisiera que lo hiciera, seguro que me haría un lío.
-¿Quieres decir que nunca...? -preguntó él, poniéndose tenso mientras trataba de recordarse que aquella mujer no le atraía-. Bueno tampoco importa. Yo te enseñaré todo lo que quieras saber. Cómo vestirte, cómo hacer que te desee...
- No estoy segura de que sea una buena idea.
- Te aseguro que te enseñaré todo lo necesario. Incluido lo que debes hacer al final de la velada.
Ella palideció de pronto.
-No puedo creer que te haya confesado eso. ¡Me siento tan tonta!
- Yo te enseñaré -insistió él, agarrándola por los hombros-. Ya verás, soy un excelente maestro.
Y después de decir aquello, agarró el rostro de ella entre las manos y la besó...

No hay comentarios:

Publicar un comentario