lunes, 25 de julio de 2016

Una Luz En Mi Vida: Capítulo 42

—Pienso que cualquier país que descuida la herencia que le legó el pasado, para concentrarse sólo en el progreso tecnológico y en la futura riqueza, corre un importante riesgo.

— ¡Oigan eso! —exclamó Pedro, alegre—. Paula, son casi las siete, vamos a cambiarnos de ropa —antes de que ella pudiese contestar, la tomó del brazo y la condujo escaleras arriba. En la penumbra del pasillo él se detuvo, y la chica observó su expresión —. Puedes ser muy agresiva si te lo propones, ¿lo sabías? Ella bajó la vista.

— No debía haber dicho eso, tu padre pensará que soy terriblemente grosera. Pero estaba enfadada.

—Me dí cuenta. Serías muy leal con el hombre que amaras, ¿no es verdad?

— Supongo que sí. Si creyera en lo que él hace. Y supongo que no le amaría si no fuese así.

— ¿Crees en lo que hace Facundo?  

—¡No!

— ¿Porqué no?

— No me parece auténtico. Ni siquiera honesto. El asintió con una especie de amarga satisfacción.

— Piensa en lo que acabas de decir, Pau. Piénsalo muy cuidadosamente. Y ahora démonos prisa o llegaremos tarde a cenar.

Al dirigirse él hacia su habitación, Paula le siguió con la mirada. Era cierto, no respetaba el trabajo de Facundo, las maniobras, la implacable manipulación de vidas humanas.

La inevitable conclusión fue que no amaba a Facundo. Lo que había sentido había sido el final de un amor inmaduro. Había estado demasiado ciega para descubrir al verdadero Facundo, apresada en un torbellino de romance, fiestas y diversión, viendo sólo su encanto y su atractiva apariencia. Sólo había visto lo superficial, nunca lo real. Jamás podría casarse con Facundo. Este pensamiento le causo alivio ya que sintió que se había liberado de una parte de su pasado que podría muy fácilmente haberla vuelto a atrapar.

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