lunes, 4 de julio de 2016

La Usurpadora: Capítulo 39

—No tienes que ser tan vehemente —dijo con desdén pero sintiéndose aliviada—. Pareces querer acostarte conmigo.

—Eso es distinto.

—¿Por qué?

—Porque… bueno, porque… ¿lo haces con Ezequiel? —la atacó.

—¿Eze? No, por supuesto que no. Y hablando de Eze —miró su reloj—, almorzaré con él y si no me voy ahora, llegaré tarde.

—¡Paula! —el grito de Dominic la detuvo en la puerta—. No vayas —le pidió apasionado.

—Tengo que ir.

—¿Por qué?

—Porque jamás defraudó a mis amigos.

—¿Yo cuento como un amigo?

—¡Difícilmente!

—¿Y Prisci?

—¡Malvado! —lo miró furiosa—. Casi me violas cada vez que nos vemos, ¿y tienes el descaro de recordarme mi lealtad hacia Prisci?

—No hacía eso, sólo te preguntaba si defraudarías a Prisci.

—Ya lo hice —dijo con amargura—. Y eso no me enorgullece.

—¡A mí tampoco!

—¡Pues no lo hubiera creído!

Él apretó los labios furioso.

—O me enfureces o me enardeces y por el momento no puedo soportar ninguna de esas emociones.

—¿Y qué crees que me haces a mí? ¡Oh, Dios, ya no puedo soportar esto más… me iré!

—Prisci quiere que la reemplaces esta noche —reveló apresurado.

—¿En tu cena?

—¿Cómo supiste?

—Mi padre lo mencionó.

—Ya veo. Sí, eso es. Marie se preguntaba si tomarías su lugar.

—¿En la mesa o en tu cama?

—¡Por favor, Paula, no!

—A eso se refería tu madre —recordó con amargura.

—¿A qué?

—A que no me comprometiera contigo —no pudo revelar que su madre adivinó el amor que ella le tenía.

—Estás comprometida.

—Vas a casarte con mi hermana.

—Sí —suspiró él con dificultad—. ¿Quieres fungir esta noche como mi anfitriona?

—¿Por qué? ¿No puede hacerlo tu madre? ¿Acaso no vives con ella?

—Ninguno de nosotros vive con ella, todos nos fuimos del nido hace mucho tiempo. Yo tengo un departamento en la ciudad.

—¿Y allí es donde se espera que haga el papel de anfitriona?

—Sí.

—No puedo. ¡Sabes que no puedo!

Él no trató de tocarla y sin embargo sus ojos la acariciaban.

—Eso haría feliz a Prisci.

—Y tú quieres que ella sea feliz. Está bien, lo haré, pero con una condición — agregó con dureza—. Que te mantengas lejos de mí.

—Trataré.

—Será mejor que hagas más que eso —le advirtió—, o te avergonzaré frente a tus invitados. Y créeme que lo digo en serio, Pedro. Jamás amenazo en vano…

—Te creo.

—¡Es mejor que lo hagas!

Llegó diez minutos tarde a su cita con Ezequiel, aunque él le aseguró que también acababa de llegar.

—Muy halagador —dijo la chica y se sentó frente a él.

—¿Hubieras preferido que estuviera aquí esperándote?

—No —sonrió Paula con tristeza.

—No mires ahora, pero creo que nos vigilan…

—¿Qué nos vigilan? —frunció el ceño, asombrada.

—Tu futuro cuñado.

—No tardaré —le susurró a Ezequiel antes de dirigirse a donde estaba Pedro.

—¿Qué diablos crees estar haciendo? ¿Por qué me sigues? —espetó furiosa Paula.

—¿Siguiéndote? —repitió cauteloso.

A Paula se le pasó el enfado al ver su aspecto acongojado.

—Vete, Pedro, te veré esta noche.

—¿No me defraudarás?

—No —suspiró ella.

—Está bien —se levantó—. Iré por tí a las siete —miró a Ezequiel—. Me dio gusto que no lo besaras al llegar. Probablemente le hubiera dado una bofetada.

—¡Pedro!

Se inclinó y la besó en la mejilla en un gesto apropiado para un cuñado… la miró atormentado.

—Hasta la noche —murmuró con sensualidad.

—Y espero que no suceda nada de esto.

—No.

No sonó muy convencido. Paula lo observó salir del restaurante y sonrió ante el arrogante saludo qué le dirigió a Ezequiel al pasar junto a su mesa.



3 comentarios:

  1. Ayyyyyyyyyy, no me está gustando lo que sufre Pau. Y ese Pedro quiéns e cree que es para tratarla así? Ella tiene derecho de salir con quién quiera.

    ResponderEliminar
  2. Muy buenos capítulos! aunque estoy un poco confundida con todo este enrriedo!

    ResponderEliminar