lunes, 11 de julio de 2016

La Usurpadora: Capítulo 58

El doctor Forrester se mostró complacido al entrar en la sala.

—¿Puedo usar el teléfono, Miguel? Quiero que Priscilla vaya al hospital lo más pronto posible.

—¿Vas a hacerlo ahora? —preguntó el padre de Paula—. ¿Hoy?

—No creo que tengamos tiempo que perder —asintió el doctor.

Después de eso las cosas sucedieron con rapidez. Se arregló el cuarto en el hospital, pidieron la ambulancia y Paula acompañó en ella a su hermana, Pedro y su padre las seguían en el coche.

—Ya está sedada —le advirtió el médico a Paula en la ambulancia—. Así que no esperes mucha conversación de su parte —le sonrió a la vez que le acariciaba una mano para consolarla.

Durante la primera parte del trayecto Priscilla parecía estar dormida, pero Paula no le soltó la mano, segura de que su hermana podía sentir su presencia a su lado y recibir algo de su fuerza para ayudarla a pasar ese trago amargo. Se sentía raro viajar por Londres en ambulancia.

—¿Pau? ¡Pau! —Priscilla abrió los ojos; el viaje casi había terminado.

—Estoy aquí —le aseguró Paula, y se inclinó.

—Dile que lo amo, Pau. Pase lo que pase, quiero que le digas que lo amo.

—Ya lo sabe —respondió Paula con voz ronca.

—No —Priscilla movió la cabeza de un lado a otro—. No, no lo sabe. Dile… dile a Fede que lo amo.

—¿A Fede? —repitió Paula con agudeza y frunció el ceño—. ¿No te refieres a Pedro? Prisci, es Pedro a quien amas y con quien vas a casarte.

—Dile… dile a Fede que lo amo —repitió Priscilla, antes de caer en un sueño profundo.

Paula frunció el ceño. ¿Decirle a Fede que lo amaba?

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