domingo, 17 de julio de 2016

Una Luz En Mi Vida: Capítulo 14

Paula  intentó alejarse, pero Pedro prolongó el beso hasta que ella no pudo seguir resistiendo. Experimentando una sensación nueva para ella, Paula sintió que el corazón le latía muy deprisa, y se acercó más a él sabiendo que, si le soltaba, se caería. El latir del corazón de Pedro también era violento, y su respiración agitada. Con voz ronca, sosteniéndola con firmeza, él habló de nuevo.

—Es por eso. Ni lo imaginabas, ¿no es verdad, mi hermosa Pau?

— ¡Yo no soy su Pau! —rectificó ella, experimentando un temor indescriptible. Como si ella no hubiese hablado, él prosiguió:

—No imaginabas que quería hacer esto desde que te ví.

— Está loco —susurró la chica—. Hace veinticuatro horas ni siquiera me conocía.

—Eso es verdad. Hace veinticuatro horas sólo eras la ex novia de Facundo. Yo ni siquiera había visto una fotografía tuya.

— Yo le había dado una a Facu—afirmó ella, con dolor. — Entonces la perdió o me mintió cuando me dijo que no tenía ninguna.

Paula sintió que la traición final de Pedro estaba en el hecho de que ella le importaba tan poco que no había guardado su fotografía.

—Facundo pertenece al pasado, Pau —afirmó él, con brusquedad—. Sé que creías estar enamorada de él...

— ¿Que lo creía? —interrumpió ella con ira, echando el cabello hacia atrás—. Yo estaba enamorada de él...

— ¿Alguna vez te hizo sentir lo mismo que has sentido cuando estabas entre mis brazos? La respuesta era negativa, por supuesto, aunque ella no estaba dispuesta a reconocerlo.

— Facu era amable y bueno —replicó—. Yo no le hubiese permitido que me besara como usted lo acaba de hacer.

— ¿Ah, no? —preguntó él, desafiante—. Entonces probemos esto.

Paula sintió que el cuerpo de Pedro se interponía entre ella y el sol, aunque el beso era ahora más suave y firme mientras él deslizaba una mano sobre el hombro hasta la nuca de la chica. Los labios de él liberaron los de ella y se apoyaron sobre sus ojos cerrados para recorrer sus mejillas y regresar a su boca. Ante la insistencia de Pedro, los labios de la joven se abrieron.  Abrazándola, él la acercó más hacia sí y Paula rodeó con sus brazos el cuello de Pedro  para rendirse a un beso que pareció durar una eternidad. Fue Pedro quien le puso fin, con unas palabras que rompieron el ¡encanto del momento.

—Facundo tampoco te besó nunca así, ¿no es verdad?

—Esto ha sido tan sólo un juego para usted —replicó ella, con amargura, procurando recuperar el control—. Posiblemente usted tenga la experiencia amorosa que a Facu le faltaba, Pedro Alfonso, pero jamás creí que fuese tan ingenuo como para confundir eso con el amor. Yo amaba a Facu.

—Sería preciso que pusieras la frase en tiempo presente —afirmó el, despiadado—. Pero él no lo merece, Pau; nunca lo mereció ni lo merecerá. Y tú tendrías que saberlo. Y no trates de buscar excusas Para justificarlo, porque no las hay —añadió, con increíble percepción.

— ¡Usted no sabe nada de eso!

—¿Así que insistes en defenderlo? Es algo que no requiere explicación, ¿Verdad, Pau? No tiene mucho sentido continuar con esta conversación —concluyó, cogiéndola de un brazo como si fuera un extraño—. Vámonos.

En el camino de vuelta a casa, él condujo a mayor velocidad, como si no pudiese esperar más para librarse de ella. Paula no podía pensar en un tema de conversación que rompiera el silencio que se había creado entre ellos. Al llegar a la residencia, Pedro detuvo el coche ante la escalera de entrada, la ayudó a descender y, cuando iba a llamar al timbre, le dijo a la joven con frialdad:

—Te recogeré mañana temprano.

— Por favor, no se preocupe. Conseguiré un taxi —contestó ella, con igual indiferencia.

— A diferencia de Facundo, yo no dejo de cumplir mi palabra. Dije que te llevaría y así lo haré.

—Como usted diga —aceptó Paula, sabiendo que continuar la discusión habría sido inútil.

—Estás exagerando, querida —dijo él con desgana—. A propósito, quiero que sepas que, de un modo u otro, te haré olvidar a Facundo — añadió y, tras besarla en la boca con pasión, bajó rápidamente los escalones mientras Beatríz abría la puerta.

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