miércoles, 20 de julio de 2016

Una Luz En Mi Vida: Capítulo 24

— Lo sabía. No te lo dije, Pau, porque temí que no quisieras venir —respondió con firmeza.

— Me engañaste—susurró la chica.

—Tuve que hacerlo, Pau. ¿No lo entiendes? No tenía otra solución.

— ¿Y me pides que confíe en tí? —replicó ella, hundiendo el rostro en la almohada. Tomándola  por los hombros, y casi sacudiéndola, Pedro le ordenó:

— Respóndeme a una sola pregunta. Si te lo hubiese dicho ayer, ¿habrías venido hoy aquí?

Paula luchaba por soltarse de sus manos.

— No lo sé. ¿Cómo podría saberlo?

— No creo que hubieses venido —afirmó él, en voz alta—. Y yo no estaba dispuesto a correr ese riesgo. Por lo menos estás aquí, Pau, y el doctor MacAuley te examinará.

— No tengo por qué quedarme —sollozó—. Me iré y...

— ¿Cómo? La pregunta la interrumpió. Perdió fuerzas. Sin embargo, con toda la amargura que implicaba un año de dependencia de los demás, capituló.

—Has cubierto todas las posibilidades, ¿no? Sabes que no puedo irme sin tí. De modo que estoy atrapada aquí.

—Será para tu bien, Pau. Aun en el peor de los casos, si no es posible operarte, por lo menos te habrás liberado lo suficiente de tu madre como para regresar a casa e ingresar en la universidad.

—Ustedes, los Alfonso, son todos iguales. Primero Facundo, ahora tú...

—¡Basta, Paula! Sabes que no hay comparación...

— Ah, sí. Olvidaba que no te gusta que te comparen con Facundo —afirmó la chica, sollozando—. Vete, por favor, Pedro. Estoy cansada.

—Lamento haberte disgustado, Pau —dijo él, con tristeza—. Pero sabes que todo lo hago por tu bien... Estaré pensando en tí y volveré lo más pronto posible. Prometo que no tardaré más de una semana.

Ella deseaba que él se fuera, aunque también quería que la abrazara.

Pedro le dio un beso fugaz en la mejilla, se levantó de la cama y ella notó que quería decirle algo. Aguardó, tensa, pero sólo oyó sus pasos alejarse y luego la puerta al cerrarse. Se llevó las manos a la boca, para evitar gritar el nombre de pedro y rogarle que volviera. La habitación estaba en silencio y vacía. Cuando se dió la vuelta en la cama, para ocultar su rostro en la almohada, percibió el aroma de las rosas.

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