viernes, 29 de abril de 2016

Dos Vidas Contigo: Capítulo 27

Se inclinó hacia delante y le dió un beso en la frente. Luego, se dió la vuelta y se marchó. Quiso tomarla en sus brazos y consolarla. Quiso volver a sentir su boca en sus labios, compartir la pasión que la abrasaba, saber que ella sabia quién estaba besándola. Pero no podría volver a acariciarla. Ya había rebasado los límites que se había prometido respetar durante las pocas semanas que estaría en su vida.

Él quizá abandonara la vida de Paula muy pronto, pero ella permanecería en la suya para siempre.

La semana siguiente, Paula recibió su primer sueldo. Su ayudante se lo entregó en un sencillo sobre blanco no podía dominar. No era Pedro. Era cuestión de la edad. Pedro era el único hombre en su vida, aunque fuera secundario. Pedro había sido el único hombre que la había besado desde la muerte de Pablo. No era raro que sus ansias sexuales se hubieran concentrado en él. Pero...

Pablo nunca había conseguido que con sólo una mirada se le estremecieran los muslos y humedeciera la ropa interior. Siempre la había excitado cuando hacían el amor y había aprendido qué era lo que más le gustaba, pero... ella nunca había sentido un deseo tan físico por el cuerpo de un hombre.

Cuando Pedro clavó los ojos en su camisa, ella había tenido la disparatada idea de arrancársela y agarrarle la cabeza para que le lamiera los ávidos pezones.

¿Sería Pedro y solamente Pedro? Esa mañana había estado con el presidente de una empresa para presentarle el programa de recaudación de fondos y no había sentido la más mínima necesidad de arrojarse sobre él.

Cerró la puerta y se apoyó en ella con las mejillas ardientes entre las manos. ¿Qué estaba pensando? En apenas dos semanas, Pedro Alfonso había conseguido que no se reconociera. Además, parecía como si él la conociera mucho mejor de lo que correspondía a tan poco tiempo.

«Sé que sigues enamorada de tu marido, independientemente de lo que diga tu cuerpo».

Pedro había dicho aquellas palabras con un tono amable y comprensivo que contradecía la pasión de sus ojos. Ella se había quedado tan atónita que no pudo replicar mientras él se alejaba. No se había quedado atónita por pensar que seguía enamorada de su difunto marido, sino impresionada por darse cuenta de que no podía recordar claramente los rasgos de Pablo.

Impresionada y tan conmocionada que no pudo evitar que le brotaran las lágrimas. ¿Qué había pasado? ¿Cuándo había sido la última vez que intentó recordar su cara? Pedro tenía razón, seguía amando a Pablo, pero como algo del pasado. Pensó que había aceptado la viudedad arrastrada por la lucha diaria, que había aceptado que Pablo se había ido y nunca volvería.

El rostro de Pedro volvió a aparecérsele y se dió cuenta por primera vez de que incluso había aceptado la posibilidad de que algún día pudiera tener otra relación, quizá otro matrimonio.

Sin embargo, no con Pedro Alfonso. Quizá él pudiera fundirle todos los plomos, pero no podía correr el riesgo de tener algo que ver con él. Incluso tenerlo en la casa de invitados podía disparar las habladurías más desagradables. No, Pedro no estaba en sus planes. Aunque quizá... algún día... ella podría encontrar a alguien que la hiciera sentirse tan viva como lo hacía él.

2 comentarios:

  1. Ayyyyyyyyyy, qué lindos caps. Va a costar ablandar a Pau.

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  2. Hermosos capítulos! Como va a costar que se entiendan, y más cuando él le cuente la verdad!

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