miércoles, 6 de abril de 2016

Inesperado Amor: Capítulo 14

Siempre que pudiera regresar a trabajar... A Pedro lo asustaba la idea de que algún nervio hubiera resultado dañado y no pudiera volver a operar.

Se colocó el pelo con la mano sana y Paula no pudo evitar fijarse en lo suave que parecía su pelo y sintió ganas de tocarlo.

—¿Qué te rompiste exactamente? —le preguntó ella observando la escayola que le tapaba desde la muñeca hasta el codo.

—El radio.

No tenía ninguna intención de contarle que una bala le había roto el hueso en ocho trozos. Si le contaba aquello le tendría que contar muchas más cosas que no quería revelar.

—Ya veo —dijo Paula mientras se preguntaba qué habría hecho para romperse el brazo.

¿Habría estado patinando? ¿Montando en moto? ¿Esquiando? Y a pesar de la enorme curiosidad que sentía no hizo ninguna pregunta más, la expresión en la cara de Pedro dejaba claro que no serían bien recibidas. Así que a pesar de su intriga decidió cambiar de tema, no quería que él pensara que era una entrometida.

—Sobre este trabajo que ten generosamente me has ofrecido... —habló ella de nuevo.

—¡Generoso! Es un trabajo del que yo busco beneficiarme, si tuviera que pasar un día más mirando las paredes y preparando mi propia comida me volvería loco. Supuse que estarías dispuesta a quedarte en un lugar como éste porque necesitabas un techo.

—Podría haber recurrido a un motel —no pudo evitar corregirle.

—Por aquí no hay moteles, están llenos durante todo el otoño.

Paula hizo una mueca.

—Como te dije ayer prefiero pensar en esto como un trato que como un trabajo ¿Qué te parece si mantengo la parte de la casa en la que vives limpia y preparo dos comidas al día? Puedes elegir qué dos comidas quieres que te prepare. A cambio me darás cama y comida y me llevarás a hacer algunas compras esta mañana. También puedes dejarme el coche y así no tienes que llevarme tú.

—El acuerdo está bien, pero en lo que se refiere a dejarte a Octavius...

—Es sólo una camioneta.

Pedro se encogió de hombros y la miró como si acabara de cometer la más terrible herejía.

—Octavius es un clásico, hace falta conocerlo bien. Yo te llevaré, la verdad es que no tengo nada más que hacer. Y prefiero comida y cena, yo me encargaré de mis desayunos.

—¿Tienes un horario?

—¿Un horario?

—Sí, ¿tienes que tomarte alguna medicina o algo parecido?

—No tengo ninguna infección y la fractura sólo necesita reposo.

Paula se quedó mirándolo estupefacta de nuevo, era increíblemente atractivo... Un instante después se obligó a abandonar las fantasías y poner los pies en la tierra.

— ¿Te dijo el médico que hicieras ejercicio? —le peguntó ella para reanudar la conversación.

—¿Para curar un brazo roto?

—Necesitas hacer ejercicio.

—Hay una ley que prohíbe a la gente que no es médico practicar la medicina —odiaba perder el tiempo haciendo ejercicio cuando podía repasar sus últimos casos o leer revistas especializadas.

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