martes, 12 de abril de 2016

Inesperado Amor: Capítulo 30

Pedro pensó que lo que le gustaría hacer sería tomarla entre sus brazos, llevarla a la cama más cercana y hacerle el amor durante toda la noche. Se la imaginó sonrojada, con la respiración entrecortada y los pezones erguidos... Tuvo que apartar aquella idea de su cabeza de inmediato ya que su cuerpo estaba empezando a reaccionar.

Después se preguntó qué le estaba pasando, se estaba obsesionando con el cuerpo de Paula necesitaba centrarse en otras cosas de ella. Era menos arriesgado.

—Debe haber algo que te guste hacer —volvió a hablar ella.

No iba a dejar que los silencios de él la desanimaran. Tenía que buscar algo que hacer con él, algo que le diera la oportunidad de explorar su capacidad de relacionarse con el sexo opuesto.

—Fue idea tuya así que elige tú algo.

—De acuerdo, lo haré —Paula vió el periódico y decidió echarle un vistazo.

—Si buscas cine o teatro no lo hagas en esta ciudad porque no los hay, tendríamos que ir a Vinton —le dijo Pedro.

Ella frunció el ceño.

—No estaba pensando en ir al cine, estaba mirando los acontecimientos que van a tener lugar. Aquí está.

—¿Hay una sección que informe de eso en una ciudad tan pequeña como Wellingsford?

—Por supuesto: Hay dos posibilidades, una conferencia en la biblioteca esta tarde acerca de cómo mejorar el cociente intelectual de tu hijo y una clase de baile de salón mañana por la noche en el Ayuntamiento —le dijo intentando que la emoción que sentía al imaginarse bailando entre sus brazos no se notara.

—Los niños ya son suficientemente listos.

—Aun así parece una charla interesante, me pregunto si el conferenciante tendrá alguna idea que pueda ayudarme con mis alumnos.

—Averigüémoslo —dijo Pedro mientras miraba la hora—. Tendremos que darnos prisa si queremos llegar a tiempo.

Paula se levantó de repente.

—¿Puedes prestarme papel y bolígrafo para tomar apuntes?

—Iré arriba por ello, ¿por qué no compruebas que la puerta trasera esté cerrada mientras yo subo?

—De acuerdo —Paula se dirigió a la cocina y comprobó que la puerta trasera estuviera cerrada.

Hacerlo le provocó una extraña sensación, como si Pedro y ella fueran una pareja que compartían las labores de la casa antes de salir a divertirse. Como si ir a una conferencia pudiera considerarse como algo divertido.

Paula sonrió. En realidad cualquier cosa que hiciera con Pedro Alfonso resultaba divertido, era el hombre más interesante que había conocido nunca, y aunque no había conocido a muchos siempre había sido muy observadora y Pedro era único.

Fue a su cuarto para tomar unos de sus nuevos jerséis y regresó al salón. Pedro estaba esperándola en la puerta y ella disminuyó el paso. Él estaba sujetando la puerta y ella se dispuso a salir, pero se detuvo al sentir que él la agarraba del hombro.

—Espera un momento —dijo él de repente— Tienes algo en...

Paula se puso tensa al sentir los dedos de él detrás de su cuello, eran suaves y delicados y aquello hizo que le recorriera un escalofrío por la espalda. Sintió como los dedos de él se metían por su cuello y ella tuvo que intentar pensar en otra cosa y no olvidarse de respirar, pero la colonia de él lo hacía cada vez más difícil.

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