viernes, 15 de abril de 2016

Inesperado Amor: Capítulo 41

Paula se quedó pensativa e intentó recordar, pero lo único que logró recordar fue a su madre en el funeral diciéndole que no debía llorar porque se le ponía la cara roja y los ojos hinchados. Pero ella no era nadie para juzgar la pena de su madre y después de toda la gente solía decir cosas en los funerales que no eran propias de ellos.

—Estuvieron cerca de treinta años casados.

Pedro frunció el ceño y tuvo la impresión de que había algo extraño entre Paula y su madre. No era por lo que ella había dicho sino por lo que no había dicho así como su forma de hablar de ella.

Pero antes de que pudiera seguir preguntándole apareció el sheriff.

—Ah, eres tú, Pedro —dijo Mygold un tanto decepcionado—. Creí que era un cliente.

—Es respecto a tu otro trabajo —se apresuró a señalar Paula, estaba deseando conseguir la copia de la denuncia y marcharse. No le gustaba la forma en que Mygold la trataba—. La compañía de seguros dice que aún no han recibido la copia de la denuncia.

—¿La denuncia? —Mygold la miró como si escuchara aquella palabra por primera vez.

—¿Recuerda que le pedí que mandara una copia de la denuncia por correo urgente a mi compañía de seguros?

—¡Correo urgente! ¿Sabe lo que cuesta eso?

—¿Sabe lo que este retraso me está costando a mí?

Mygold abrió la boca para replicar, pero antes de que pudiera hablar intervino Pedro.

—Si intentas decirnos que la justicia va lentamente, vas a tener problemas, vamos —Mygold se calló— ¿Qué te parece si nos das la copia y nosotros nos encargamos de mandarlo?

—Es que todavía no está mecanografiado, Pedro, ¿recuerdas que te dije que Tamara estaba en casa de su madre?

—Pero le informó a la policía de tráfico, ¿no es así? —preguntó Paula.

—Por supuesto, sólo que no he tenido tiempo de mecanografiarlo.

—Y qué te parece si sacas un hueco esta mañana —parecía que era una pregunta pero el tono con que lo decía era imperativo— Y cuando lo termines lo llevas a correos y lo mandas por correo urgente.

Pedro se sacó la cartera del bolsillo y le dió un billete de veinte dólares a Mygold.

Paula se quedó estupefacta al ver la velocidad con que Mygold se guardaba el billete.

—Lo haré ahora mismo —prometió Mygold—Estará en la oficina de correos antes de las dos y mañana por la mañana lo recibirán los de la compañía.

—Gracias —dijo Paula.

—-Hasta luego —dijo Pedro mientras se despedía de Mygold y agarraba a Paula del brazo antes de marcharse.

—¿Crees que lo hará? —preguntó Paula una vez en la camioneta.

—Sí —dijo Pedro mientras salía a la carretera-— Andrés es una persona bastante competente, pero odia el papeleo. Normalmente se lo pasa todo a su mujer pero como está fuera lo deja para cuando ella regrese.

—Gracias por darle el dinero para que lo mande, te lo devolveré en cuanto solucione lo de los cheques de viaje.

Pedro se limitó a asentir con la cabeza.

—¿Qué vas a preparar de postre esta noche?

—No lo he decidido todavía, ¿te apetece algo en especial?

—Tarta de chocolate con helado de vainilla.

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