lunes, 18 de abril de 2016

Inesperado Amor: Capítulo 52

—Sé que no quieres mi dinero.

—En realidad, eso no es completamente verdad —señaló ella— Ahora que sé que no eres pobre, querría que me dieras quinientos mil dólares como compensación por la indigestión.

—¿Qué indigestión?

—La indigestión que vas a padecer por comer comida quemada porque la cena que preparé en esa antigüedad de horno que tienes en la cocina se achicharró porque el regulador de temperatura no funciona.

—No suelo cocinar demasiado.

—Pero yo sí.

—Mensaje recibido. Un nuevo horno, ¿quieres algo más?

Paula pensó en decirle que no sería mala idea comprar un poco de pintura para las paredes del salón, pero decidió no hacerlo. Pedro podría pensar que estaba intentando quedarse más tiempo si empezaba a sugerir que hiciera cambios en la casa. Y ella no tenía ninguna intención de pasar a formar parte del grupo de mujeres que pretendían atraparlo.

—No, con el horno es suficiente. En realidad vine a decirte que la cena está lista.

—Estupendo, me muero de hambre.

Paula miró la televisión y sintió un escalofrío, Pedro debía tener un estómago a prueba de balas.

—Tiene un aspecto estupendo —dijo Pedro mientras se sentaban en la mesa.

Comenzaron a comer.

—Si eres médico, Pedro, ¿por qué no haces ejercicio?

—No tengo tiempo.

—Pero todos los médicos deberían hacer ejercicio.

—Tú también deberías hacerlo.

—Sí, tal vez... ¿Trabajas por esta zona? —preguntó ella para cambiar de tema.

—No, ésta es la casa de campo de mi familia. Sólo vine aquí a descansar mientras me recuperaba del brazo.

—¿Dónde trabajas?

—En Boston.

Boston era la ciudad en la que estaba la universidad de formación del profesorado tan buena de la que él le había estado hablando ¿Qué querría decir aquello? ¿Acaso había estado hablando de ella porque le gustaba hacer propaganda de la ciudad donde vivía o querría que ella estuviera cerca de él?

De repente Paula sintió una inmensa alegría. Era posible pero poco probable. Intentó no emocionarse demasiado pero, ¿cómo podría descubrir su motivación? Y si fuera verdad, ¿estaba ella dispuesta a empezar en una universidad nueva en la que tardaría por lo menos un año más en terminar?

Ella  miró fijamente a Pedro y sintió cómo el deseo aparecía una vez más. Tan sólo con mirarlo todo su cuerpo se encendía como una llama pero, ¿por qué? ¿Por qué su presencia la afectaba tanto?

Estaba claro que era un hombre muy guapo, pero había conocido a otros hombres también guapos que no le habían provocado nada igual. También era inteligente y siempre estaba dispuesto a probar cosas nuevas. De repente pensó si estaría dispuesto a probar cosas nuevas también en la cama... Paula se sonrojó al pensar en Pedro como amante. Se apresuró a beber agua.

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