miércoles, 13 de abril de 2016

Inesperado Amor: Capítulo 37

Abrió la puerta.

—¿Qué pasa?

—Nada, sólo que acabo de escuchar los mensajes del contestador y hay uno para tí.

—¿La compañía de seguros? —preguntó ella ilusionada.

—No lo sé, es una mujer que afirma que necesita que la llames, que es urgente.

Paula se puso tensa.

— ¿Decía quien era?

Pedro se quedó mirándola durante unos segundos y se preguntó por qué se había quedado tan helada de repente. Parecía que estuviera asustada. Pero no había habido nada en el mensaje que pudiera provocar miedo. Tal vez fuera un mensaje un tanto molesto, aquella mujer tenía un tono exageradamente dulce. A Pedro no le gustaba tratar con gente que hablaba de aquella manera, pero Paula...

—No, no lo dijo. Sólo dijo que estaba muy enferma y que la llamaras lo antes posible.

—Gracias, la llamaré por la mañana.

—Como quieras —dijo Pedro y se fue mientras se preguntaba qué estaría pasando.

La mujer había dicho que estaba enferma y Paula no parecía nada preocupada. Aunque tenía una expresión de preocupación en la cara pero no parecía provocada por el hecho de que aquella mujer estuviera enferma, parecía que lo que le había preocupado había sido la llamada. Sin embargo si aquella mujer la había llamado era porque Paula le había dado el número de teléfono y si era así, ¿por qué no parecía gustarle que la llamara?

No entendía nada y aquello lo molestaba. Tampoco le gustaba que Paula no le diera explicaciones, quería que le contara lo que sucedía ¿Acaso tenía algún problema? ¿De qué tipo de problema se trataba? Recordó su sonrisa, no podía haber hecho nada ilegal pero entonces, ¿de qué se trataba?

Pedro abrió el armario donde guardaba el alcohol, se sirvió un whisky y se dirigió a la ventana.

Tal vez había huido de una mala relación. Se imaginó a Paula en la cama con otro hombre y se apresuró a apartar aquella desagradable idea de su cabeza. En realidad tenía sentido, estaba huyendo, por eso llevaba todas sus pertenencias en el coche. Si hubiera estado viviendo con un hombre y se hubieran separado ella se habría quedado sin hogar. Y si había sido ella la que lo había abandonado y él no había querido que lo hiciera, ella tal vez habría decidido irse a vivir a otra ciudad.

Pero si había sido así, ¿quién era aquella mujer que le había dejado el mensaje? Intentó pensar en las posibilidades, pero no logró nada, le faltaba información.

En realidad Pedro tuvo que admitir que carecía de información, tan sólo hacía suposiciones y podía estar muy equivocado. La forma en que Paula se había apartado de él cuando le había dicho lo de la llamada quizá no tuviera nada que ver con el mensaje. Tal vez estaba pensando en otra cosa completamente diferente. Aunque él no sabía de qué se podía tratar.

Pedro terminó de beberse el whisky y dejó el vaso sobre la repisa de la ventana. Tenía ganas de estrechar a Paula entre sus brazos y decirle que no iba a permitir que le pasara nada malo. Pero no podía hacer eso, si le mostraba que era importante para él ella podía pensar que sentía algo por ella.

Y no era así. Por lo menos no mucho. Sólo le gustaba. Sólo quería su compañía y algunos besos. De repente sintió cómo todo su cuerpo se acaloraba al pensar en el beso de hacía unos momentos. Al día siguiente volvería a intentar besarla, pero intentaría ir un poco más allá, besarla con más intensidad. Al pensar en besarla con pasión su pulso se aceleró. La idea era tentadora. Tenía ganas de que llegara el día siguiente.

A Paula le costó mucho conciliar el sueño y cuando se durmió soñó que su madre aparecía y la llevaba a casa de nuevo.

Cuando se levantó tenía un fuerte dolor de cabeza y una sensación de no haber descansado en toda la noche.

Se tomó un par de aspirinas y se dijo a sí misma que debía dejar de tener temores absurdos. Era una persona adulta y nadie podía obligarla a hacer algo que no quisiera hacer. Debía mantenerse firme y un día su madre se daría cuanta y la dejaría en paz.

Paula suspiró mientras preparaba el café. Era el momento de llamar a su madre y decirle que la dejara en paz. La necesidad de llamarla le hizo sentirse culpable. Se dijo a sí misma que era normal, que estaba acostumbrada a complacerla, que estaba acostumbrada a sentirse culpable cuando no lo hacía. Era el momento de romper las cadenas, sólo podía controlar su vida si ella le dejaba hacerlo.




Me tomo un ratito para agradecerles por leer siempre, les pido que me tengan paciencia tanto en la correción de los caps (no es a propósito si se me escapa un nombre, entiendo que moleste) y con el tema del beso, sé que lo están esperando, y no desesperen que falta poquito, confíen en mí jajaja. Muchas gracias por sus comentarios y por el aguante cuando no puedo subir.

1 comentario:

  1. Muy buenos capítulos! Perdón por ser tan ansiosa! jajaja Está linda la novela!

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