domingo, 17 de abril de 2016

Inesperado Amor: Capítulo 49

—¿Diga?

—Hola, Paula, soy el reverendo Milsom.

—¡Ah! Hola.

A Paula no le gustaba ni el reverendo ni su iglesia. Creía que la gente de su congregación era un grupo de hipócritas intolerantes que sólo aceptaban a los que pensaban como ellos.

Había seguido yendo a la iglesia sólo porque su madre iba y siempre le pedía que la llevara en coche. La única vez que Paula  se había atrevido a proponerla llevarla y después pasar a recogerla, su madre se había puesto a llorar. No sabía por qué el reverendo querría hablar con ella. Frunció el ceño. Además, ¿cómo habría conseguido el número?

—Acabo de llegar de visitar a tu madre y estoy muy decepcionado contigo.

—Supongo que no tardará en explicarme por qué.

—Esto es un tema muy grave. La Biblia dice que debemos honrar a nuestros padres, y abandonar a tu madre así teniendo en cuenta lo enferma que está es un pecado mortal.

Paula miró a Pedro y le alivió ver que estaba mirando unos vídeos y que no parecía estar prestando atención.

—A mi madre no le pasa nada. En realidad se pondría mucho mejor si hiciera algo diferente como buscarse un trabajo a tiempo parcial.

—Estás poniendo tu alma en peligro al tratar con tanta ligereza la salud de tu madre. Debes regresar a tu hogar inmediatamente.

—Prefiero permanecer en el infierno —dijo Paula con suavidad y después colgó el teléfono.

La satisfacción que sintió le duró poco ya que de repente Paula se preguntó cómo podía una madre tratar a una hija de aquella forma. Se dijo que por lo menos sabía perfectamente qué era lo que no iba a hacer cuando ella tuviera hijos. Pero aquello no la tranquilizó.

—¿Algún problema? —le preguntó Pedro. La miró fijamente durante unos segundos. Quienquiera que hubiera sido aquel hombre estaba claro que la había disgustado. Mucho.

Paula tomó aire y se obligó a sonreír.

—Una llamada sin importancia.

Pedro no la creyó. Una llamada sin importancia no provocaba un disgusto como aquél, pero no quería obligarla a que se lo contara y hasta que ella quisiera contárselo él debía ser paciente.

Se llevó algunos vídeos y se dirigió a las escaleras.

—Si me necesitas, estaré arriba.

Paula lo observó subir las escaleras y después fue a la cocina y se tomó otra taza de café. Estaba intranquila, quería que su madre la dejara en paz, pero ésta parecía incapaz de hacerlo. Su madre era una mujer bastante joven, ¿por qué no comenzaba ella también una nueva vida?

Sintió ganas de ponerse a llorar, pero logró controlarse, era inútil exigir respuestas para preguntas imposibles. La vida era un obstáculo continuo. Aunque no toda ella. En aquellos momentos estaba viviendo unos días muy agradables y la persona que lo hacía posible estaba en el piso de arriba, muy cerca de ella.

Paula se sintió mucho mejor y comenzó a pelar patatas para la cena.

Paula miró las velas que sujetaba en la mano y después la mesa de la cocina. De repente trató de imaginarse el aspecto que tendría Pedro con la luz de las velas.

Seguro que estaba maravilloso, aunque él siempre tenía un aspecto fantástico. Era el tipo de hombre que siempre sería guapo, incluso cuando fuera mayor. Aunque ella no iba a estar a su lado para verlo y aquello la entristeció. Lo había conocido en un momento de su vida en el que tan sólo podía ser una persona pasajera.

Su relación no podría mantenerse cuando estuvieran separados, aunque él tampoco había dado signos de querer mantener el contacto cuando ella se fuera. Recordó el comentario de Pedro acerca de Boston, tal vez aquella ciudad estuviera más cerca de aquel lugar que Illinois, pero seguía siendo demasiada distancia para mantener una relación.

Desgraciadamente y aunque ella sabía que aquella relación no tendría futuro, a su cuerpo no le importaba. Su cuerpo deseaba a Pedro con fervor, deseaba que la abrazara, que la besara en la boca, que se dejara caer sobre ella.

Tan sólo tenía que dejar que su cabeza guiara las acciones y para lograrlo debía recordar que aunque ella lo deseaba con toda su alma, él no parecía sentir lo mismo hacia ella. No tenía mucha experiencia con los hombres, pero su sentido común le decía que si Pedro hubiera querido hacer el amor con ella, ella lo habría notado. Pero no había sido así, lo único que había hecho había sido besarla un par de veces.

2 comentarios:

  1. Hermosos los caps, ya estoy ansiosa x leer cuando den rienda sueltan a lo que están sintiendo.

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  2. Muy buenos capítulos! que insoportable la madre, la deja mal con todo el mundo con sus mentiras!

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