domingo, 17 de abril de 2016

Inesperado Amor: Capítulo 48

Paula fue hacia allí y diez minutos después estaba duchada, limpia y caliente. Fue a la cocina. Pedro la esperaba allí, la miró de arriba abajo con frialdad, como alguien a quien estuviera estudiando y le sirvió un poco de café.

—Bebe un poco, ¿cómo te encuentras?

—Limpia, Y más lista. La próxima vez que salgamos a pasear me apartaré del borde del camino.

—Quizá deberíamos pensar en hacer otro tipo de ejercicio —la miró detenidamente.

Pedro sabía perfectamente qué tipo de ejercicio le gustaría hacer con ella, ¿acaso no se decía que hacer el amor era uno de los mejores ejercicios que había? Estaba seguro de que con ella lo sería. Se movió incómodo, le costaba controlar los impulsos de su cuerpo. Con sólo mirar a Paula todo su cuerpo se llenaba de deseo, si alguna vez hacían el amor probablemente la casa entera comenzaría a arder.

No podía hacerle el amor en aquellos momentos. Tenía que mantener su deseo bajo control. Podría hacerlo si ella accediera a terminar sus estudios en Boston. Allí podrían tratarse como iguales, ella no dependería de él.

Si pudiera estar con ella en Boston, podrían pasar mucho tiempo juntos, no le costaría disminuir un poco su jornada laboral. Quizá un par de tardes por semana y algún fin de semana...

—Creo que volveré a llamar al banco, quizá tenga suerte y el director ya haya regresado —dijo Paula.

Dejó la taza de café sobre la encimera y se dispuso a iniciar la clásica batalla telefónica.

Sin embargo aquella vez no fue ninguna batalla, la persona que contestó el teléfono encontró su caso de inmediato y le pasó con el director. El director se disculpó por el retraso y le aseguró que los cheques se volverían a emitir aquella misma tarde y que se los enviarían por correo urgente cuanto antes.

Paula colgó el teléfono. Estaba muy sorprendida.

—¿Qué pasa? ¿Algo va mal? —le preguntó Pedro.

—Acabo de hablar con la primera persona competente, ni siquiera me dijo nada acerca de haber anotado la numeración de los cheques en un lugar seguro. Me va a enviar los nuevos cheques de inmediato. Llegarán mañana por la mañana.

—Siempre hay gente que sabe hacer su trabajo ¿Quieres que salgamos a cenar para celebrarlo?

Paula pensó en cenar fuera rodeada de gente extraña y en hacerlo los dos solos en la casa. Prefirió la segunda opción. Además no quería que él se gastara dinero en ella, ya que no sabía si tenía mucho o poco.

—En otra ocasión, tengo algo en el horno.

—Entonces podemos comernos lo que queda de la tarta de chocolate de postre.

—No se puede vivir sólo de chocolate.

Él sonrió.

—Quizá tengas razón, pero no estaría mal probar de vez en cuando. Si tú...

Sonó el teléfono y Pedro respondió de inmediato.

Paula lo miró fijamente.

—Es para tí —le dijo él dándole el teléfono— Es un hombre.

Paula lo miró estupefacta mientras agarraba el auricular. No podía imaginarse qué hombre podía llamarla a ella. No podía ser el sheriff, Pedro habría reconocido la voz, quizá se trataba de un hombre de la compañía de seguros. De repente se desilusionó al darse cuenta de que una vez que recuperara el coche ya no tendría razones para permanecer allí. Aunque elegir un coche nuevo llevaba su tiempo. La idea la tranquilizó.

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