viernes, 8 de abril de 2016

Inesperado Amor: Capítulo 17

—Aquí podrás encontrar todo lo que necesitas —Pedro hizo que Paula dejara de lado sus deseos y regresara a la realidad.

Había estacionado en un estacionamiento al lado de un edificio rojo. Apagó el motor, salió de la camioneta y le abrió la puerta a Paula.

Ella le sonrió. Aquella galantería pasada de moda le encantó. No estaba acostumbrada a que los hombres le abrieran la puerta del coche y no sabía cómo reaccionar. Así que se limitó a darle las gracias.

—Hace un día espléndido —dijo ella mientras ambos atravesaban el aparcamiento.

—Así es. En Chicago los días no parecen igual de maravillosos.¿Siempre has vivido allí? —le preguntó Pedro.

—Sí, siempre he vivido a las afueras de Chicago, en la zona sur —Paula se detuvo y miró el plano de los grandes almacenes. La parte deportiva estaba a la izquierda.

—¿Adonde vas en primer lugar? —le preguntó Pedro mientras la seguía.

—Voy a comprar un poco de ropa. No tardaré.

Y así fue, Paula eligió rápidamente dos pares de vaqueros, tres camisetas de manga corta y un paquete de calcetines blancos.

—¿Acaso no te lo vas a probar? —le preguntó Pedro mientras la veía dirigirse a la caja.

—No, ya conozco estas marcas, sé que me quedarán bien.

Paula le dió la ropa a la dependienta y pagó con la tarjeta de crédito.

-¿Y ahora qué? ¿Un vestido? —le preguntó Pedro.

Tenía ganas de verla con un vestido sedoso, de color rojo tal vez... Un vestido corto e insinuante.

—No, sólo quiero ropa cómoda hasta que encuentren mi coche o la compañía de seguros me pague por lo robado.

Pedro  frunció el ceño, le hubiera gustado mucho verla con un vestido, pero sabía que si le ofrecía regalárselo ella se negaría. Por alguna razón Paula parecía no querer aceptar nada de dinero de él.

Pedro la miró y la descubrió mirándolo. Ella se sonrojó aunque él no entendía por qué.

—¿Tienes que comprar algo tú? —dijo ella finalmente.

—No.

—Bien, ¿te importa entretenerte solo un rato?

—Me entretengo bastante contigo.

Paula se quedó perpleja. Aquel comentario parecía propio de alguien al que no le interesaba conocerla en el ámbito personal. O por lo menos aquello era lo que pensaba Paula. El interés por alguien y el entretenimiento estaban reñidos para ella. Pero como tenía poca práctica en el terreno sexual no podía estar segura. Aún así no iba a permitir que aquello la afectara, tendría tiempo de demostrarle a Pedro que ella era una mujer muy sensual. Nunca había conocido a ningún hombre que le atrajera tanto como Pedro.

— ¿Qué va a ser lo siguiente?

—Voy a comprar ropa interior. Yo sola.

Pedro tomó aire. La imagen de Paula probándose ropa interior era tentadora.

— ¿Qué te parece si nos vemos en la puerta principal dentro de veinte minutos?

—Muy bien —contestó Paula.

A los veinte minutos ya había terminado de comprarlo todo y se dirigió a la puerta principal. Se detuvo en el escaparate de la perfumería y desde allí pudo verlo esperando en la puerta. Aprovechó el momento para mirarlo tranquilamente y con detenimiento. Era un hombre imponente y lo tenía todo para ella... Bueno, por lo menos durante un tiempo.

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