lunes, 4 de abril de 2016

Inesperado Amor: Capítulo 8

—Si averiguo algo la llamaré a casa de Pedro, señorita Chaves—dijo Mygold.

Paula asintió.

—Me pondré en contacto con usted mañana por la mañana —le dijo Paula al sheriff, quería que aquel hombre entendiera que ella no se conformaba con vagas promesas.

—Mañana es sábado —le contestó Mygold con cierto reproche.

—¿Qué importa que sea sábado? —le preguntó Paula a Pedro mientras bajaban las escaleras del porche de la casa del sheriff—. ¿Acaso sólo persigue a criminales los días de diario?

—Él no persigue a ningún criminal nunca. Si encuentran tu coche, lo encontrará la policía de tráfico, él no.

Paula frunció el ceño.

—Si no persigue a los criminales, ¿por qué es el sheriff?

—Porque es el dueño de la funeraria —Pedro abrió la puerta del copiloto con llave—¿Has notado que yo cierro siempre con llave?

—Yo también lo hice, pero no me sirvió de nada. Además, ¿quién querría robar un coche como éste? Tendrían miedo de que se averiara antes de poder escapar.

—No hables mal del coche que te va a llevar, he tenido al viejo Octavius desde que tenía dieciséis años.

Paula  se preguntó por qué no había podido permitirse cambiar de coche, si era tan pobre no entendía cómo podía permitirse contratar a una ama de casa.

Quizá le hubiera dado pena, aquella idea no le gustó nada. No quería pensar en ello, quizá ella no fuera muy atractiva, pero tampoco había notado que sintiera pena por ella. Como mucho la ignoraba, nada más.

Probablemente lo hacía por conveniencia, como él había dicho. Había visto la oportunidad de solucionar sus problemas de comidas y limpiezas y lo había aprovechado.

Lo miró fijamente y se preguntó qué tipo de trabajo tendría aquel hombre. Un técnico podía ser cualquier cosa.

Se fijó en su mano izquierda, estaba muy limpia y parecía muy cuidada, incluso delicada. No parecía ganarse la vida trabajando con las manos aunque éstas parecían fuertes.

Paula se tocó la frente. La tensión de lo sucedido le había provocado un dolor de cabeza.

—¿Estás bien? —le preguntó él.

—No entiendo muy bien, ¿por qué el hecho de ser el dueño de la funeraria hace que sea el sheriff también?

—Es una ciudad pequeña y no muere mucha gente así que tiene bastante tiempo libre y el dinero extra le venía bien.

—Entiendo ¿Pero no puede haber conflicto de intereses?

—Tan sólo lo habría si Mygold fuera un hombre perverso y con dobles intenciones, pero su cabeza no da para tanto. Él sólo piensa en comer y en jugar a los bolos ¿No conoces muchas ciudades pequeñas, verdad?

—No.

Pedro esperó a que ella siguiera hablando, pero Paula no parecía querer decir nada más ¿Era porque no quería hablar de su pasado o porque era una mujer reservada? El que él no hubiese conocido a ninguna mujer reservada no quería decir que no existiesen.

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