viernes, 8 de abril de 2016

Inesperado Amor: Capítulo 16

Pedro esperó a que Paula se abrochara el cinturón y después arrancó.

—¿Qué tienes que comprar?

Paula pensó en que todo lo que poseía en aquellos momentos era lo que llevaba puesto.

—De todo, ¿hay unos grandes almacenes cerca? ¿Y un supermercado quizá?

—Creo que podrás conseguir de todo en Vinton.

—Muy bien. A ver si terminamos con las compras por la mañana y así podemos salir a caminar un poco por la tarde.

Pedro se quedó mirándola fijamente.

—¿No serás una de esas personas insistentes que no se rinden nunca?

—Espero no tener que serlo, y no lo seré si eres lo bastante listo como para darte cuenta de que es una idea bastante razonable.

—¿Desde cuándo piensas que yo soy una persona razonable? -le preguntó él-. Y sigo pensando que deberías dejar que yo te comprara la ropa.

—Y yo creo que no —Paula se negó en rotundo. No sabía si él podía permitírselo y además estaba decidida a relacionarse de igual a igual y si él le compraba la ropa ella le debería algo—¿Qué te parece si damos un paseo cuando yo termine de hacer unas llamadas?

—¿Qué llamadas tienes que hacer? —le preguntó Pedro que sentía curiosidad por saber a quién quería llamar.

Ella no había hablado de ningún hombre pero aquello no quería decir que no hubiera alguno con el que ella quisiera seguir manteniendo el contacto. Una mujer tan atractiva como Paula debía tener a algún hombre detrás de ella seguro. A Pedro no le agradó la idea.

—Al sheriff, a la compañía de seguros y al banco —afirmó ella con un suspiro. Odiaba el papeleo y tenía la impresión de que para solucionar todo aquello tendría que rellenar muchos formularios—Aunque puede que tenga suerte y que el sheriff me diga que ya han encontrado mi coche.

—Lo dudo —dijo Pedro con sinceridad.

—Eres bastante directo. Bueno, ¿qué quieres comer?

—Comida.

—¿Puedes ceder un poco? Por lo menos dí un tipo de comida.

—Odio el pollo y el tofu, me cuesta comer pescado y me gustan los postres, ¿es eso lo que querías oír?

—Sí, con eso sé que eres la pesadilla de cualquier experto en nutrición.

—¿Por qué dices eso?

—Porque el pollo, el pescado y el tofu son muy buenos para la salud y a tí no te gusta nada que sea bueno.

—Eso es una calumnia, tan sólo tengo claro lo que me gusta y lo que no y hasta ahora no he recibido quejas por parte del Ministerio de Sanidad.

Paula frunció el ceño y se quedó pensando en la palabra que Pedro acababa de usar para negarlo todo. «Calumnia» no era una palabra de uso frecuente. Paula no recordaba habérsela oído a nadie, ni siquiera en la oficina donde había trabajado y donde había mucha gente bastante intelectual ¿Qué significaba aquello?

Paula pensó que probablemente no significaba nada y que Pedro seguramente sería un devorador de libros. El hecho de que ella no hubiera visto ninguno en la planta baja no quería decir que no pudiera haber toda una biblioteca en la planta superior.

Lo único que demostraba el uso que hacía del vocabulario era que había algo más detrás de Pedro Alfonso que lo que se veía a simple vista. Paula le miró detenidamente y se fijó en la forma en que los pantalones se ceñían alrededor de sus piernas. Estaba claro que Pedro Alfonso estaba lleno de encantos, algunos de ellos muy visibles...

La verdad era que el cuerpo de aquel hombre la fascinaba.

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