viernes, 8 de abril de 2016

Inesperado Amor: Capítulo 19

Pedro frunció el ceño, y se preguntó qué habría dicho él como para hacerla cambiar de humor tan repentinamente. Pedro tenía la sensación de que había algo negativo en su vida, pero no la conocía lo suficiente como para sacar el tema, tenía que darle tiempo, hacer que confiara en él, y entonces quizá podría averiguar de qué estaba huyendo y ayudarla.

Esperó a que Paula se pusiera el jersey y se sentara en el coche para arrancar el motor. Cinco minutos después llegaron al supermercado.

—Yo suelo comprar la comida aquí y el pan y la leche en la tienda al lado de casa —le dijo mientras aparcaba al lado de la puerta.

Paula pensó en lo que Pedro acababa de decir, pensó en la palabra «casa» ¿Cómo sería tener un hogar y a alguien a quien amar? Alguien como Pedro. Lo miró un momento mientras se acercaban a la tienda. Su imaginación era desbordante.

—¿Quieres algo en especial? —le preguntó Paula mientras empujaba el carrito.

—No me gusta el pollo.

—Eso ya lo sé, ¿y qué hay de las especias?

—Me gusta la canela, el jengibre, el clavo y la nuez moscada.

Él se acercó al carrito y colocó las manos junto a las de ella.

—Yo llevaré el carrito, tú encárgate de llenarlo.

El roce de sus manos hizo que Paula temblara ligeramente.

—¿Qué sueles cenar? —le preguntó ella intentando olvidar el incidente.

Paula volvió a intentarlo, quizá tenían razón aquellos que decían que la mejor forma de conquistar a un hombre era a través de su estómago. Aunque ella no pretendía conquistar a Pedro, los planes de vida que tenía hacían que aquello fuera imposible. Sin embargo le agradaba la idea de que se fijara en ella durante un tiempo.

Pedro pensó en su costumbre de cenar en el hospital antes de regresar a casa. No podía recordar lo que comía porque todo le sabía igual. Blando, muy hecho y sin sabor.

—Después del trabajo suelo cenar algo en la cafetería.

Paula se quedó pensativa. Si el lugar donde trabajaba tenía cafetería debía ser un lugar bastante grande. Quizá era una fábrica, había dicho que era técnico, pero no había dicho qué tipo de técnico. Ella estaba decidida a averiguarlo, iba a averiguar todo lo que pudiera acerca de aquel fascinante hombre antes de marcharse. Sin embargo no quería hacerle ninguna pregunta personal por el momento. El acuerdo que tenían era demasiado valioso como para arriesgarse a romperlo preguntándole algo de lo que estaba claro que no quería hablar.

—Tengo una idea —dijo ella— ¿Qué te parece si diseño yo un menú y tú luego me dices si estás de acuerdo o no?

—Pero no prepares nada con pollo.

—Está bien —le dijo Paula mientras intentaba recordar platos que podrían gustarle a un hombre.

Le había preparado la cena todos los días a su madre porque ella siempre decía que estaba demasiado débil para cocinar. Pero a su madre le gustaban las comidas ligeras, algo que no complacería al hombre que tenía delante.

Paula comenzó a meter cosas en el carrito, estaba deseando regresar a casa. Una vez que hubiera hecho la llamada que tenía que hacer, tendría el resto del día libre para hacer otras cosas.

De repente se sintió insegura, ¿quizá él no quisiera hacer nada con ella y era demasiado educado como para admitirlo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario