miércoles, 20 de abril de 2016

Inesperado Amor: Capítulo 59

—¿Cómo has llegado hasta aquí? —le preguntó Paula.

Pedro observó la reacción de Paula. No parecía contenta de ver a aquella mujer, de hecho parecía bastante disgustada por la visita pero, ¿por qué?

Miró a la mujer que estaba en el sofá, estaba claro que no representaba ningún peligro aunque Paula parecía asustada.

—Tuve que tomar un vuelo y fue muy desagradable. Después tuve que conducir desde el aeropuerto hasta aquí. Gracias a Dios no tendré que repetirlo.

—¿Por qué? ¿Alguien viene a recogerte?

La mujer se rió sin ganas.

—No seas tan bromista, cariño. Tú me llevarás de vuelta a casa, por supuesto. Fuiste una chica mala al no darme tu dirección, pero afortunadamente convencí al señor Mowbry para que me la diera.

—No voy a ir a ningún sitio contigo —dijo Paula sin atreverse a mirar a Pedro, ella sabía lo que él estaría pensando de ella.

—Por supuesto que lo harás, yo te necesito—Alejandra sonrió a Pedro— Estoy muy enferma, ¿sabe usted? Necesito que me cuide. El señor Mowbry me dijo que lo estaba ayudando con la limpieza así que supongo que no le molestará que se vaya.

—No voy a ir a ningún sitio contigo —repitió Paula haciendo un gran esfuerzo por no ponerse a llorar.

¿Cómo podría explicarle esta supuesta insensibilidad a Pedro?

—¿Cómo puedes ser tan egoísta? —su madre empezó a llorar—. Yo no viviré mucho tiempo y cuando muera puedes hacer lo que quieras. Oh... —dijo mientras se tocaba el pecho con una mano—. Me siento tan...

Pedro apartó la mirada de Paula e intentando no pensar en las ganas que tenía de estrecharla entre sus brazos, decidió llegar al fondo de aquel asunto.

Paula era una de las personas más cariñosas que conocía, no podía creerse que fuera capaz de abandonar a alguien que realmente la necesitara. Averiguaría cómo aquella mujer había entrado en su casa más adelante.

—¡Paula! —exclamó él para hacerla volver a la realidad, parecía petrificada—. Ve arriba y tráeme mi estetoscopio, está en el segundo cajón de mi escritorio. Pero antes de eso, ¿te importa presentarme a esta mujer?

—Soy Alejandra Chaves, la madre de Paula—se adelantó la mujer— No me extraña que no haya notado el parecido. La pobre Paula se parece a su padre. Él era muy alto también, claro que en una mujer...

Alejandra hizo un gesto de dolor.

Paula se apresuró a buscar el estetoscopio aunque no tenía ninguna intención de ir a ningún sitio con su madre. Sin embargo, tampoco podía permanecer con Pedro, todo se había estropeado. Su amistad, la unión que había entre los dos había desaparecido...

Estaba claro que Pedro pensaría que ella era un monstruo insensible y no querría que se quedara en su casa. Sintió ganas de llorar pero logró controlarse.

Se detuvo delante del estudio y pensó que no le importaba, todavía tenía sus estudios, un sueño por hacer realidad. Siempre que su madre retirara el recurso. Suspiró, sus problemas parecían aumentar por momentos. Intentó no pensar en ello y bajó el estetoscopio y se lo dio a Pedro sin mirarlo. No podía ver el desprecio en sus ojos.

— ¿Por qué tiene eso? —le preguntó Alejandra a Pedro.

Él no le contestó y la agarró de la muñeca mientras miraba su reloj.

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