martes, 12 de abril de 2016

Inesperado Amor: Capítulo 31

—Ya está —dijo él mientras le mostraba la etiqueta— Se te olvidó quitarla.

—Gracias...

—No hay de qué —dijo Pedro mientras salían de la casa.

No tardaron en llagar a la biblioteca y Paula se quedó muy impresionada al ver la cantidad de coches que había en el aparcamiento.

—¿Sabes quién da la conferencia? —le preguntó Pedro.

—En el periódico ponía que lo daba una psicóloga que tiene una consulta privada en Vermont.

—Me pregunto a qué se debe que sea una experta en cociente intelectual.

—Quizá le interese el tema, la sabiduría no se mide siempre por los estudios que tienes.

—Es verdad, pero sigo pensando que los padres deberían dejar que los niños fueran niños y no pretender convertirlos en pequeños genios.

Paula lo miró sorprendida y pensó que quizá a Pedro no le gustaba la idea porque él mismo había vivido la decepción de sus padres. Pero como no se sentía capaz de preguntárselo directamente decidió dejar el tema y ambos entraron en la biblioteca. La habitación de la conferencia no era demasiado grande y estaba llena de gente. Pedro saludó a varias personas mientras se dirigía hacia un par de asientos vacíos en el fondo.

Paula se detuvo al ver al sheriff sentado en mitad de la sala. Agarró a Pedro del brazo para decírselo.

—Pedro, ahí está el sheriff, quizá tenga noticias del coche.

—No lo creo.

—¿Ni siquiera lo dudas?

—No, seguro que no tiene ninguna noticia.

—Eres muy pesimista, voy a preguntarle —Paula saludó al sheriff con la mano y éste se levantó y se dirigió hacia ella.

—¿Ha sabido algo del coche, señorita Chaves? —le preguntó Mygold.

Paula frunció el ceño mientras Pedro fingía toser para evitar una carcajada.

—Eso es lo que quería preguntarle yo a usted, sheriff.

—Pensé que quizá la policía de tráfico la había llamado directamente. Aunque no suelen darle mucha importancia al robo de coches, si la hubieran secuestrado a usted habrían reaccionado con más eficiencia.

—Qué tonta he sido, no pensé que algo así podría ayudarme a recuperar el coche, si no lo habría hecho.

—Es por la prensa —le explicó Mygold muy serio—. Un secuestro o un asesinato salen en primera página y un robo sin embargo no.

—He de decir que desde el punto de vista de la que lo sufre, un robo ya está bastante bien.

Mygold le sonrió un poco y regresó a su asiento ya que acababa de aparecer una mujer en el estrado.

—Pensé que iba a darme palmaditas en la espalda y decirme que una chica tan bonita como yo no debía preocuparse por cosas así —susurró Paula muy enfadada a Pedro una vez que se sentaron.

Pedro le dió un par de palmaditas en la espalda.

—Una chica tan bonita como tú no debería preocuparse por cosas así —dijo él en tono burlón.

Paula se puso nerviosa al sentir la mano de Pedro tocándola, estaba claro que cuanto más tiempo pasaba cerca de él, más la afectaba su presencia.

Lo miró y notó el brillo burlón de sus ojos. Ella no tenía ganas de reír y tomó aire lentamente en un intento por relajarse.

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