domingo, 3 de abril de 2016

Inesperado Amor: Capítulo 1

Paula frenó con suavidad, giró por una carretera de la región de Massachussets y vió las luces de una pequeña ciudad a lo lejos.

Se intentó estirar un poco, su cuerpo estaba entumecido de tanto tiempo delante del volante y tenía hambre. Cuando llegó a la ciudad buscó un lugar para comer algo y estacionó.

Sacó el monedero del bolso, salió del coche y lo cerró. Una fresca brisa de otoño acarició sus brazos desnudos y agitó su pelo castaño.Apartó el pelo de su cara mientras pensaba en volver a abrir el coche y sacar algo de abrigo de la maleta, pero al final decidió no hacerlo ya que no tardaría en regresar al coche.

Se dirigió al restaurante, pero de camino vió un cartel que anunciaba el bar de Diego. Miró hacia el edificio lleno de carteles con luces de neón que anunciaban diferentes tipos de cervezas de las que Paula nunca había oído hablar.

Después volvió a mirar hacia el restaurante. Parecía un lugar para gente de clase media, un lugar respetable y aburrido. Sin embargo el bar de Diego parecía más misterioso, más intrigante y como Paula había decidido cambiar de vida decidió a ir allí.

Abrió la puerta del local y estudió detenidamente aquel lugar lleno de gente y muy ruidoso. De repente se sintió incómoda y se apresuró a sentarse. Miró detenidamente la carta llena de distintos tipos de cerveza y bastante escasa en cosas para comer.Unos minutos después una camarera de mediana edad se acercó a su mesa.

—¿Qué va a tomar? —le preguntó a Paula.

—Un plato de chili, tarta de manzana y un café.

—Enseguida se lo traigo —la camarera se acercó a la puerta de la cocina y le gritó el pedido a una mujer llamada Margarita.

Paula se apoyó en el respaldo de la silla y se fijó en la gente del bar. Había un grupo grande al fondo que parecían estar divirtiéndose mucho. Se reían de forma contagiosa y Paula sonrió.

—Aquí tiene, señorita —le dijo la camarera mientras colocaba un plato lleno de chili delante de ella y el café humeante— Enseguida le traigo la tarta.

Paula estaba sirviéndose un poco de leche en el café cuando de repente alguien entró en el bar.

—¡Eh, Pedro! ¿Qué tal va ese brazo? —gritó un hombre del fondo al recién llegado.

Paula sintió curiosidad y se giró para ver quién era Pedro. Cuando lo vió sus ojos se abrieron de par en par. Se trataba de un hombre de un metro setenta aproximadamente, un poco más alto que ella, ancho de espaldas y muy musculoso.Ella se mojó los labios inconscientemente mientras se fijaba en sus fuertes piernas.

Después miró fijamente el plato de chili, intentaba controlar la inexplicable fascinación que aquel cuerpo le había despertado. Tomó aire y deseó que el calor que sentía no fuera evidente.

¿Qué le pasaba? Estaba claro que aquel hombre era muy atractivo, parecía sacado de una fantasía sexual.

No pudo evitar volverlo a mirar mientras éste se acercaba a la barra y se sentaba delante de una jarra de cerveza que el camarero le había servido sin que él la pidiera.

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