miércoles, 20 de abril de 2016

Inesperado Amor: Epílogo

—¡Papi, papi! —la aguda voz de Nicolás se llenó de emoción al ver cómo se abría la puerta de la entrada. Gateó hasta allí.

Su hermano se apresuró a acercarse a la puerta, estaba deseando contarle algo a su padre.

—Papá, la profesora dice que tengo que hacer de rey mago en la obra del colegio, pero no tiene camellos para hacerlo y yo no quiero —le dijo Bautista.

Pedro dejó su maletín en el suelo, tomó a su hijo menor en brazos y abrazó a Bautista.

—Lo siento, compañero, pero si eres lo suficientemente mayor como para ir a la guardería tienes que cumplir tus responsabilidades y una de ellas es hacer de rey en la obra. Con camello o sin camello.

Pedro miró hacia delante en busca de Paula. Su cuerpo entero se tensaba cada vez que la veía de pie, en la entrada a la cocina. La miró de arriba abajo y se detuvo a la altura de su pequeña barriga. De repente sintió cómo el deseo hacía su aparición.

—Buenas tardes, mujercita mía —Pedro sentía una gran satisfacción al decir aquella palabras. Una satisfacción que no había desaparecido tras diez años de matrimonio—. ¿Qué tal están tú y nuestra hijita?

Paula sonrió y se acarició el vientre.

—Se está comportando por una vez. Hoy ha sido un día tranquilo en el colegio y después los niños y yo hemos ido al cuentacuentos que había en la biblioteca.

—¡Fue genial, papá! —exclamó Bautista entusiasmado—. La mujer que contaba el cuento trajo un pájaro con garras y un poco torcido.

—Un búho —le dijo Paula.

—¡Yo! —gritó Nicolás de repente y después le dio un beso muy húmedo a su padre. Luego trató de meterle un dedo en el ojo.

—No —le dijo Pedro apartándose— No se opera con los dedos, Nicolás.

Pedro dejó a Nicolás en el suelo y se dirigió a su mujer para darle un abrazo. Ella se apoyó contra el pecho de él.

—Papá, no quiero hacer de rey, en serio —insistió Bautista.

—Y yo lo que quiero es estar a solas contigo —le susurró Pedro a Paula.

Ella sintió un pequeño escalofrío y le dió un beso en el cuello.

—Más tarde —-le dijo ella-—¿Qué tal tu día?

—Muy atareado y cuando me iba entró una urgencia que tuve que atender. Por eso llego tan tarde. Fueron cuatro horas de operación, pero creo que la paciente sobrevivirá.

Paula lo miró orgullosa.

—Por supuesto que sí, la ha atendido el mejor cirujano de Massachusetts.

Paula sintió un gran placer al ver la sonrisa de Pedro. A veces se sentía tan felíz que le daba miedo. Tenía todo lo que siempre había soñado e incluso cosas con las que no se había atrevido a soñar. Tenía un esposo encantador que la quería con locura, dos hijos preciosos, y una hija en camino. Además había encontrado un trabajo de media jornada como profesora de lectura de la escuela local. Incluso su madre había accedido a ver a un psiquiatra. Paula se dijo a sí misma que su vida era perfecta, y en aquel momento Pedro la besó, y ella dejó de decirse nada.


FIN

3 comentarios:

  1. Me encantó esta historia!!! Lastima que llegó a su fin!!!

    ResponderEliminar
  2. Hermoso final para una hermosa historia!!!! Me encantó!!!

    ResponderEliminar
  3. Hermoso final! Muy linda historia! Gracias por compartirla!

    ResponderEliminar