Menos de un minuto después de que Valeria le contara la verdad sobre aquella noche de once años atrás, el doctor Jover, que se había hecho cargo de Paula a su llegada al hospital, apareció en la puerta de la sala de espera. Valeria se puso en pie.
—¿Podemos verla? Sólo unos minutos, por favor.El médico le sonrió.
—Ahora descansa tranquila. Y en cuanto a la visita, ¿Cómo podría negarle nada a una novia tan hermosa?
Julián se levantó enseguida y apretó a Valeria contra su costado para dejar claro que aquella novia ya tenía dueño.
—Gracias. ¿En qué habitación está?
Valeria miró a Pedro, que seguía sentado.
—Vamos. Ya podemos entrar...
Él se levantó despacio; se sentía mareado. Se acercó al médico.
—¿Seguro que está bien?
El guapo doctor sonrió.
—Muy bien. Creo que ya podemos decir que está fuera de peligro.
Valeria se estremecía de impaciencia.
—Vamos, Pepe...
Pero él no quería ir. No podía verla en ese momento porque no podía fiarse de no...
—Creo que será mejor que vaya a ver a tus padres y les dé la buena noticia. Y también a Feli, si está despierto todavía.
A Feli... a su hijo... Pero un momento... Todavía había otro hombre de la noche siguiente a la que Paula había pasado con él.¿O no lo había? ¿Quién podía saberlo? Sólo Paula, quien hasta ese momento le había contado una mentira tras otra. Tenía muchas cosas que decirle y ninguna bonita... y por eso no se atrevía a verla tumbada en una cama y con puntos en la cabeza.
—Pero Pepe, no hace falta que vayas a casa. Podemos llamar a mis padres y seguro que Pau quiere verte y...
—No —él retrocedió un paso y levantó una mano—. Tengo que irme. Dile que la veré... muy pronto. Dile que se mejore rápidamente.
Se volvió y salió al pasillo sin dar tiempo a Valeria a contestar.Un minuto después salía a la oscuridad de la noche. Había dejado de llover; el viento había empujado las nubes y el cielo se había quedado raso y cuajado de estrellas. Se metió la mano al bolsillo para buscar las llaves y se dió cuenta de que su coche estaba en el aparcamiento del club de campo, tal vez enterrado entre escombros o aplastado por un roble. No lo sabía y en ese momento no le importaba.Le importaba llegar a casa de los Chaves y ver a Feli. Pero el hospital estaba a quince kilómetros de Tate's Junction y en la zona no había taxis. Se quedó mirando las estrellas y pensó un momento. Podía llamar a su hermano, pero no quería sacarlo de la cama a esa hora. Guardó las manos en los bolsillos y echó a andar aunque pensaba que era una estupidez. Tardaría horas en llegar a casa de los Chaves. Pero en ese momento no le importaba lo que tardara, sólo sabía que iba allí y que cuando llegara vería a Feli y... ¿Y qué? No lo sabía.No sabía nada; pero, por otra parte, había viajado por todo el mundo sin saber nunca adónde iba. Por lo menos esa noche su destino estaba claro.Sentía el viento en la cara, cálido y oloroso a lluvia. Se quitó la chaqueta, se la echó al hombro y siguió andando.
Valeria le dió una palmadita a Paula en el hombro.
—El doctor Zastrow dice que te pondrás bien. No te imaginas lo aliviada que me siento. Nos has dado un buen susto.
Paula miraba el umbral vacío por el que esperaba que entrara Pedro. Se llevó una mano a la venda que tenía en la cabeza. Eso no era lo único que le dolía, sentía el cuerpo entero rígido y dolorido y tenía además una sensación extraña de irrealidad. ¿Y por qué no iba Pedro a verla? Se tocó la boca, donde sentía todavía el recuerdo de sus besos. No lo entendía.
—¿Pedro ha dicho que iba a casa de papá y mamá?
Valeria sonrió.
—Así es. Ha dicho que te vería muy pronto y que te mejores rápidamente.
Paula cerró los ojos. Cuando volvió a abrirlos, Valeria seguía allí, mirándola sonriente, a pesar de que tenía el pelo revuelto, una mancha de barro en la mejilla y de que su vestido estaba roto en la manga y sucio de lodo. Paula pensó que era afortunada de tener una hermana así. Una hermana que la llamaba aunque ella no le devolviera las llamadas, que nunca dejaba de intentar mantener el contacto familiar, que no dudaba en pasar su noche de bodas en el hospital con su vestido de novia roto para darle una palmadita en el hombro y decirle que se pondría bien.
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