viernes, 5 de agosto de 2016

Juntos A La Par: Capítulo 15

—Siglos.

—Demasiado tiempo, y no lo dudo. Pau, trata de no encerrarte en tu angustia, eso no es bueno para tí.

—Supongo que no —respondió apretando los dedos de las manos.

—Yo no puedo hacerte caminar —expreso aparentando calma—, pero sí puedo conducirte hacia abajo, a la playa. Vamos.

Una vez más estaba entre sus brazos, sólo que esta vez, iba él caminando entre las piedras. La colocó sentada con la espalda apoyada en una piedra lisa, con la cara al sol y después le quitó los zapatos para que pudiera sentir el calor que despedía la tibia arena. Sin decir una palabra, él se despojó de la camisa. Caminó hasta la orilla del agua y haciendo con ella una especie de vasija, la llenó con agua y la trajo hacia la chica para limpiar la cara con las manos.

—Debo de estar horrible —sonrió apenada.

—Para mí estás bien.

No fue más que una frase común y sin embargo, Paula sintió que los latidos de su corazón se apresuraban. Por un segundo deseó perderse en la fantástica oscuridad de esos ojos… olvidarse de la Paula que ella creía conocer y descubrir una nueva personalidad, una mujer distinta que no sería ella, una mujer que ansiaba tocar la piel tibia de sus hombros y acercar sus labios a los de él para sentir que el mundo desaparecía a su alrededor…

De pronto, se asustó de sus propios pensamientos y se alejó, apoyando la espalda en la roca. Pedro también se apartó y ese instante fugaz desapareció. Como si nada hubiera pasado él dijo:

—El agua está helada. No creo que desees acercarte.

—No. Creo que no se podrá nadar hasta el próximo julio.

—¿Quieres que te traiga tu libro? —le preguntó Pedro cortes.

—Sí, gracias —le respondió con la misma cortesía.

Cuando él regresó, Paula tuvo el instinto de preguntarle.

—Pedro, ¿cómo es que llegaste aquí?

—Me encontré con tu abuelo y con Mateo y ellos me dijeron que te encontrabas aquí arriba. Decidí venir a encontrarte.

—¡Oh!, ya veo —dijo sin mucha convicción. Mirando hacia su libro abierto añadió—: Si yo leo, ¿Tú que harás? No te alejes, ¡No me dejes sola, podría subir la marea!

—No te dejaré, Pau.


Ella comenzó a leer tratando de recordar el número de la página en la que había dejado la lectura. Con el rabillo del ojo vió cómo Pedro se tendía sobre la arena, usando su camisa mojada a manera de almohada. Cerró sus ojos. Unos minutos después, estaba dormido.


Paula dejó el libro y se concentró en mirar el atlético cuerpo de Pedro. Tenía la intención de discernir la razón por la cual cada encuentro con él la afectaba de manera tan profunda. Observó primero las largas piernas, enfundadas en unos jeans muy ajustados, después, la cavidad del abdomen. También se fijó en el musculoso pecho y los fuertes brazos. Por último, su rostro. Un mechón de negros cabellos cubría parte de la amplia frente. Las pestañas eran largas. Su boca aparecía totalmente relajada. Era una boca con rasgos decisivos y firmes aun cuando el labio inferior se curveaba en un rasgo muy sensual. Paula tembló, imaginando qué se sentiría al ser besada por él.


2 comentarios:

  1. Muy lindos capítulos! Paula está re ilusionada con Pedro, ojalá el de señales pronto!

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  2. Ayyyyyyyyyyyyy, qué lindos caps. Me encantaron.

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