viernes, 26 de agosto de 2016

Trampa De Gemelas: Capítulo 11

—No digas nada más, por favor.

Él tomó su muñeca y por un momento ambos se miraron a los ojos. Paula tuvo la sensación de que caía... Y caía. Se puso tensa y apretó la mano en un puño.Y él se llevó ese puño a la boca y le besó los nudillos apretados.Una  ola  de  calor  le  subió  por  el  brazo  y  le  produjo  piel  de  gallina  por  todo  el  cuerpo. Antes de que pudiera controlarse lo suficiente para apartarse, él la soltó.

—Perdona —dijo—. Me parece que voy muy deprisa.

—Tenemos que irnos —repuso ella con rapidez—. ¡Feli!Su hijo se sentó en la hierba.

—¿Sí?

—¡Ven! Tenemos que irnos.

—¡Ah, mamá...!

—Va en serio. Ven.

Feli se  levantó  y  fue  hacia  ellos  arrastrando  los  pies  y  con  Fargo  trotando  detrás.

—Mamá, por favor.

—Es tarde, hijo. Vístete en la caseta.

—Pero Fargo y yo...

Paula adoptó una expresión severa.

—Date prisa.

Felipe  gruñó  un  poco,  pero  se  alejó  hacia  la  caseta  con  Fargo  pegado  a  los  talones.

—¡Vaya! —comentó Pedro—. ¡Qué dura!

Paula hizo una mueca.

—Mucho —bromeó—. Así que no te metas conmigo.

—Espero que podamos repetir esto —comentó él.

—Sí. Ah, eso estaría bien...

—¡Eh! ¡Mírame!

Paula se obligó a mirarlo a los ojos.

—Me lo he pasado muy bien y Feli también —dijo. Apartó la vista—. Tengo que vestirme.

—Lo  sé  —él  le  sonrió  de  un  modo  que  ella  no  supo  interpretar  del  todo.

En  parte era aprecio y en parte era algo más... Algo muy, muy peligroso. Algo íntimo y tierno. Paula se  levantó  de  un  salto  y  se  dirigió  a  la  caseta,  muy  consciente  de  tener  la  mirada de él clavada en la espalda.

Pedro la observó alejarse maravillado.¿Cómo podía haber ocurrido eso? ¿Cómo podía estar tan seguro de pronto? No lo sabía. Y  además,  el  cómo  no  importaba.  Hacía  pocos  días  que  la  conocía  porque  el  pasado no contaba para él. Cuando eran adolescentes, él no conocía a Paula... no como ahora.Cuando  la  miraba  ahora,  ya  no  veía  a  Valeria.  Ahora  la  veía  a  ella,  a  Paula,  totalmente  independiente  de  su  hermana  gemela.  Y  podía  verlos  a  los  tres...  a  Paula,  Felipe y él mismo. Podía verlos claramente.Los  veía  como  una  familia.  Veía  las  veladas  como  ésa  que  tendrían  a  menudo,  veía sus vidas, la de Paula y la suya, criando juntos a Feli. Y  después,  cuando  él  fuera  mayor  y  se  marchara,  veía  a  los  dos  solos...  a menos, claro, que hubiera más hijos que criar, cosa que también le parecía bien.Todo le parecería bien siempre que pudiera tener a Paula a su lado el resto de su vida.Era algo extraño y muy nuevo para él, porque nunca se había visto así con otra persona.    Había    conocido    a    bastantes    mujeres    y    vivido    algunas    aventuras  apasionadas,  pero  la  pasión  no  había  durado  y  él  no  había  esperado  que  durara,  no  por  nada,  simplemente  porque  no  se  veía  quedándose,  porque  siempre  sabía  que  llegaría el día en el que se marcharía. En  el  último  año,  sin  embargo,  había  cambiado.  Había  echado  raíces  en  su  pueblo natal y ahora no le costaba trabajo verse como un hombre de familia; se veía como marido de Paula y padre de Felipe. Y le gustaba lo que veía.

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