domingo, 21 de agosto de 2016

Juntos A La Par: Capítulo 62

—Estoy segura de que así es, abuelo. ¿Te quedarás allá esta noche?

—Sí, muchacha, ¿O  es que tienes algún inconveniente?

—No, nada de eso. Dile a Pedro que Mati y yo lo amamos.  —Todo está bien —comentó a Mati—. Tu padre llegará mañana y nos manda su cariño.

Sabiendo que Alicia regresaría al día siguiente, Paula se dispuso a hacer una limpieza muy profunda a la siguiente mañana.

—Mi papá y Roberto llegan allí.

Pedro saltó del auto de Roberto y corrió por el puente.

—¡Papá, aquí estoy! —exclamó Mateo corriendo por la colina hacia abajo para encontrarse con su padre. Pedro lo abrazó y después lo subió sobre sus hombros.

Paula recordó a aquel niño paliducho y triste que había llegado pocos meses antes y se dió cuenta de la diferencia que ahora existía en la relación entre aquel pequeño y su padre. Sintió que el corazón se le llenaba de ternura por ellos.

Pedro se acercó a ella y le dijo:

—Pau, ven aquí —él tenía el oscuro cabello alborotado, un parche en la mejilla y un gran raspón en la frente, pero en sus ojos había un brillo muy especial—. Más cerca —agregó con suavidad.

Ella dió un paso adelante. Con las manos sosteniendo a su hijo, acercó su cara y la besó en plena boca. Paula se quedó muy quieta, pero los latidos de su corazón la delataban.

—¿Por qué la besas, papá? —preguntó Mateo interesado.

—Porque quiero hacerlo —respondió sonriendo—. Es una buena razón, ¿No te parece? Sería bueno que me ofrecieras un café, ¿No, Pau?

—Sí, claro. ¡Hola, querido abuelo!, ¿Cómo está Ali?

—Bien, muchacha —respondió Roberto.

Su abuelo fue a su casa para recoger algunas cosas antes de regresar al hospital. Después de tomar café Pedro dijo:

—¿Por qué no vamos a la playa?

—Voy por mi balde —dijo Mateo.

Pedro sonrió a Paula y le dijo:

—Anda, vamos.

—Debo terminar de trasplantar antes que Ali regrese.

—Yo te ayudaré después.

Paula no pudo resistirse. Salieron los tres rumbo a la playa. Ella se quitó las botas arremangándose los jeans. Mateo y Pedro hacían hoyos en la arena; la chica se acercó a la playa para mojar sus piernas en el agua. Pedro se acercó a ella y le dijo:

—Voy a arriesgarme otra vez y preguntarte de nuevo. Será la quinta vez que lo hago, ¿No? Pau, quiero que te cases conmigo. Te amo y deseo que seas mi esposa.

Paula abrió los ojos sorprendida. Abrió la boca para decir: "sí", pero de pronto se detuvo, no quería que nada quedara escondido ni mal entendido.

—¿Y qué acerca de Fernando?

Parecía como si él estuviera esperando esa pregunta.

—He estado pensando mucho acerca de lo que me dijiste sobre  Camila y tienes razón. El hecho de que ella me hubiese mentido tantas veces, me hizo ser una persona desconfiada. Pensé que tú podrías ser como ella, una mujer que miente y se acuesta con otros hombres. Pero cuando iba en el bote, ayer en la mañana, estuve pensando y llegué a la conclusión de que estaba equivocado —le tomó las manos y comenzó a acariciarle cada uno de sus dedos—. Tú eres Paula y no Camila. Tú eres honesta y bondadosa y yo deseo que seas mi esposa.

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