lunes, 15 de agosto de 2016

Juntos A La Par: Capítulo 48

—¿No es linda la noche? —preguntó a Fernando, entusiasmada—. Creo que mañana seguirá haciendo mucho calor.

Él no le prestó atención, estaba ocupado en pensamientos muy diferentes a lo relacionado con el tiempo.

—En el minuto en que llegué aquí, tuve la impresión de que había algo escondido en el asunto de tu supuesto trabajo con Pedro Alfonso, y veo que estaba en lo cierto.

—Fer, ¿Por qué tenemos que hablar de eso?

—Tenemos que hacerlo. Esta noche él te propuso matrimonio y por la forma en que hablaba, me parece que no era la primera vez que lo hacía.

—Tienes razón. Esta es la cuarta vez que me lo propone.

—Lo que deseo saber es por qué razón te has negado.

—Realmente Fer, no creo que este asunto sea de tu incumbencia…

—Mi querida Paula; tus padres me enviaron aquí para saber cómo estabas y por qué razón no volviste a casa después de tu operación.

—Espero que hayan sido lo suficientemente espléndidos para pagarte el viaje — expresó enfadada, tenía las manos apretadas sobre el regazo.

—Eso no es lo que importa. El asunto es que llego aquí y me encuentro con que estás enredada con un hombre que no es más que un aventurero.

—Tú no tienes idea de quién es Pedro Alfonso.

—Es un periodista y puedes estar segura de que él sabe muy bien la cantidad de dinero que tú posees.

Sintió el impulso de abofetearlo pero se contuvo.

—Pedro Alfonso es un hombre muy rico —expresó con increíble frialdad—. Puedes estar seguro de que él no persigue mi dinero. Él es muchísimo más rico que tú, por ejemplo.

—¿Qué es lo que quieres decir con esto?

—Nada, pasemos a otro asunto, por favor.

Fernando se acercó hacia un lado de la carretera y apagó el motor del auto, dejando las luces encendidas.

—Paula, voy a ser honesto contigo.

—Así lo espero.

—Ya te dije que fue más que nada para complacer a tus padres, que yo vine acá a verte. Es cierto que he pensado en tí estos últimos meses y te echaba de menos, pero es muy poco probable que hubiese intentado este viaje de no ser por la petición expresa de tu padre. Después, cuando llegué y te ví, me quedé sin aliento. Tú parecías tan… diferente y tan hermosa.

Paula no pudo dudar de la sinceridad de sus palabras.

—Eres muy gentil al decirme eso, Fer. Eso concuerda con lo que te he dicho acerca de que me hace bien estar aquí.

—No sé si será el lugar. En seguida me di cuenta de que Pedro Alfonso no perdía ninguno de tus movimientos; cualquiera que sea la razón, no cabe duda de que él se interesa en tí —se rió con desdén y añadió—. Lo que a mí me sorprendió más, fue el hecho de sentirme celoso. No podía soportar la mirada de posesividad que Pedro te lanzaba. Y esta tarde, cuando lo ví besarte, sentí que me volvía loco. Al volverte a ver, Pau, me he dado cuenta de lo que debí haber sabido hace muchos meses: aún te amo.

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