domingo, 14 de agosto de 2016

Juntos A La Par: Capítulo 41

—Todo esto es muy romántico, querida mía, y por lo que puedo ver, me parece que el lugar encierra cierto encanto, ahora que es pleno verano, pero, ¿Te has puesto a pensar qué pasará en febrero? Estarás completamente aislada por la nieve, no tendrás ninguna posibilidad de vida social.

—Febrero es aún muy lejano —le interrumpió ella con rudeza.

—Debo reconocer que no esperaba encontrarte tan cambiada, Paula—le sonrió con todo el encanto y audacia de que era capaz y añadió—: Y sin embargo, no estarás tan cambiada como para negarte a cenar conmigo esta noche, ¿Verdad?

—Muy bien, Fer, acepto, pero siempre y cuando no volvamos sobre el tema del que ya hemos hablado.

—Te prometo que no lo haré —se levantó—. Volveré por tí a las siete.

—¿Tienes un sitio adonde quedarte, ¿Verdad? —preguntó amable.

—Por supuesto. Y ahora, me voy, no debemos olvidar que eres una chica trabajadora, ¿Verdad? —preguntó sardónico.

Antes que pudiera decir algo, Paula sintió el beso experto que Facundo depositó en sus labios diciéndole:

—Hasta las siete, entonces —y salió apresurado dejando a Paula asombrada.

Pasó el resto de la tarde con Mateo y después fue a su casa para arreglarse. A propósito dejó los cabellos sueltos y omitió todo maquillaje en su rostro, para aparecer lo más diferente posible de su antigua apariencia sofisticada de Vancouver. Por fortuna el único vestido largo que había traído era un vestido muy sencillo, de seda en color rosa pálido. Estaba poniéndoselo, tratando de subir el cierre, cuando escuchó un llamado a la puerta. Pensó que llegaba muy temprano…

Fernando entró y se quedó por un momento en el marco de la puerta.

—Te veo encantadora, Pau—halagó su apariencia.

Él se había cambiado a un elegante traje de color beige y no cabía duda de que su apostura era extraordinaria, parecía más atractivo que nunca, pero a pesar de ello, la joven no sé sintió conmovida. Se acercó a ella llevando una pequeña caja con una delicada orquídea.

—Como no sabía de qué color ibas a vestir, tuve que elegir el azar…

—Gracias, Fer —murmuró Paula—. Ha sido muy delicado de tu parte.

—Déjame ponértela —se acercó a ella y la prendió del tirante de su vestido.

—Eso es, muy bien… ¿Nos vamos?

Paula tomó un chal blanco del respaldo de una silla y dijo:

—Sí… ¿Adonde iremos, Fer?

—Me encuentro hospedado en el hotel Sea Winds Manor de Camden —Paula sabía que ése era el más exclusivo de la costa—. Reservé una mesa para las ocho, y eso nos dará tiempo de tomar un trago, antes, ¿Te parece bien?

Caminaron por la rampa. Paula bajó la vista, preocupada de no manchar su vestido con la humedad del pasto y no se dió cuenta de que Pedro salía en ese momento de la casa de Alicia. De pronto, Fernando se paró frente a ella y Paula se detuvo para no tropezar con él.

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