viernes, 12 de agosto de 2016

Juntos A La Par: Capítulo 37

Durante un rato charló con las dos señoras. De pronto vió el auto de Roberto  que se estacionaba cerca de la tienda y le dijo a Lucas:

—Discúlpenme, pero ahora debo irme, mi abuelo me espera allí afuera.

Ya iba en la puerta cuando Lucas la alcanzó.

—¡Espera, Pau!, tu recibo.

—Gracias —expresó Paula. La acompañó hacia afuera y le sonrió con un guiño.

—Pau, es fantástico verte así —y se acercó para besarla en la mejilla—. Cuídate, por favor.

—Lo haré.

 Ella caminaba con cuidado mirando hacia el suelo, pues había algunas piedrassobre el pavimento. De pronto, algo le impulsó a mirar hacia arriba. Un auto estaba estacionado antes del de Roberto y un hombre alto, de cabello oscuro, la estaba mirando fijamente. El corazón de Meg sintió un vuelco. Se quedó muy quieta, sin saber qué hacer, mientras el hombre, que no era otro sino Pedro, se acercaba hacia ella. Se detuvo a solo un paso de la chica, mirándola como si estuviese viendo a un fantasma.

—Puedes caminar…

—Sí. Me operaron una semana después que…

—¿Por qué no me lo dijiste anoche? —la interrumpió con angustia.

—Yo…

—Tú estabas sentada en la silla de ruedas y yo ni siquiera sospeché nada. ¡PorDios santo!, ¿Por qué no me lo dijiste, Pau?

Paula respiró profundamente antes de responder.

—Hasta anoche, yo creí que nunca volvería a verte. De pronto, entraste por aquella puerta y comenzaste a hablarme de Mati, después, te marchaste sin darme tiempo a recuperar mi aliento. Suena ridículo, pero no me di cuenta de que no te lo había dicho hasta después que partiste.

—¡Dios mío! —exclamó Pedro pasándose una mano por el rostro—. Esto lo cambia todo.

—No tiene por qué cambiar nada —indicó Paula.

—Pero aún no te he dicho cuánto me alegro por tí —puso una mano sobre el hombro de de ella, pero antes que pudiera decir algo más, se dieron cuenta de que Mateo venía hacia ellos—. Con cuidado, Mati, no vayas a atropellar a Pau.

—Roberto me dijo que ahora ya puedes caminar —gritó el niño, brincando de gusto, sin importarle que su padre le tomara la mano tratando de aquietarlo—. ¿Y también puedes correr?

—Todavía no, pero podré hacerlo pronto.

—¿Y puedes nadar?

—Sí, ya lo tengo permitido, pero aún no lo he hecho.

—¡Papito, vayamos esta tarde a la playa!

—Tenemos que ir a ver a Alicia…

—Podríamos ir ahora mismo, ¿No, papá?

Pedro se volvió hacia la joven como esperando su consentimiento.

—Creo que eso sería fantástico.

—¡Yuhuuu! —gritó Mateo, contento—. Vamos a ver a Alicia ahora.

—Bien, bien, ahora, ten calma Mati. Tómate de mi brazo, Pau.

Ella se apoyó en el antebrazo de Pedro y Mateo corrió a tomar la otra mano de su padre. La felicidad iluminaba la cara de Paula, que no pudo evitar decir lo que sentía:

—Estoy tan feliz de que hayan vuelto. ¡Los he extrañado mucho!

—Y yo también —reconoció el niño—. Pero no contestaste mis cartas.

—No las ví hasta hace unos días, Mati. Yo estuve en Boston casi un mes, desde que ustedes partieron hacia Toronto. Las cartas se encontraban en la casa, por eso fue que no pude contestarte.

—Bueno, entonces está bien.

Pedro la ayudó a subir al auto de Roberto, sin insinuar que pudiera viajar con ellos de regreso. Roberto tomó el camino a casa.

—Alicia estará contenta de verlos —le dijo su abuelo—. Será bueno tener compañía, la he visto un poco decaída estos últimos días.

—¡Oh!, ¿Qué quieres decir?

—Bueno, ha estado un poco resfriada, así que será mejor que Mati se quede conmigo unos días, mientras ella se repone. Y aparte de eso, he notado como si estuviera deprimida, fue en esta época del año que Juan se ahogó, tal vez se trate de eso…

—Esperemos que Pedro y Mateo la animen —comentó, tocando con una de sus rodillas, la de Roberto.

Cuando llegaron a la isla, Paula se puso el traje de baño y encima de él, una falda de vistosos colores y un corpiño. Cepilló su cabello y se los arregló en una graciosa cola de caballo. Estaba decidida a aceptar la oferta de trabajo de Pedro y esa misma tarde se lo haría saber. Después de la conversación de la noche anterior, estaba totalmente convencida de que él no la amaba y de que no repetiría su oferta de matrimonio. Y ahora, que ella sabía cuánto lo amaba y sin esperanza de ser correspondida, trataría de evitar que ellos desaparecieran de su vida.


2 comentarios:

  1. Ayyyyyyy, qué lindos los caps, me encanta esta historia. Me parece re tierna.

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  2. Hermosos capítulos! Ojalá Paula le diga lo que siente!

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